LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

viernes, 19 de agosto de 2005

Bejarano y la lectura

A las sonadas declaraciones del cantante Julio Iglesias sobre la lectura -o, más bien, sobre la no lectura-, que ya comenté en mi anotación del miércoles uno de junio, "Casas sin libros", añado ahora el recorte de un fragmento del artículo de Francisco Bejarano titulado "El verano no es para leer", aparecido hoy viernes en las páginas de Opinión de los diarios de la cadena Joly. Otro punto de vista:

"Nadie debe avergonzarse de que no le divierta leer, de la misma manera que no conozco a nadie que se avergüence por no gustarle nadar o jugar al póquer, criar palomos o montar en bicicleta. Todos aquellos a los que no les gusta leer pueden hacer en verano otras muchas actividades distraídas e incluso útiles. Plantar árboles para sus hijos, árboles frutales; ir a coger higos de Armenia, tan dulces como difíciles de encontrar; quitar los jaramagos de los tejados y blanquear la casa; y, en fin, tantísimas cosas que sirven de distracción y beneficio. En verano no se debe hacer nada que cueste trabajo y no guste. Y quitarse de la cabeza de una vez la idea de que las personas que leen son más cultas y más inteligentes que las que no lo hacen. Tan falso es que puedo asegurar que he conocido más cretinos y mentecatos entre lectores que hablan de los libros que leen, que entre gente sensata que lo que le gusta de verdad es cuidar un pequeño jardín en su casa o tener un taller de carpintero aficionado, sin más libros que algún manual de sus aficiones."

sábado, 13 de agosto de 2005

viernes, 12 de agosto de 2005

Premios literarios

Escribir sobre los premios es ya casi un género literario. La guerra de los planetas (Ediciones B, 2005), de Rafael Borrás, segundo tomo de sus memorias de editor, ¿qué es sino un libro en torno a unos premios muy particulares y polémicos?
Para una futura antología del género, ahí va el sagaz artículo de mi tocayo García-Máiquez titulado

EL PREMIO LITERARIO
Mario Quintana animaba a todo el mundo a escribir poemas porque hacerlo afina la sensibilidad, aumenta el autoconocimento y mejora el manejo del lenguaje. Sólo pedía que luego, por favor, no le leyerán a él los poemas. Yo pensaba que el comentario era un poco cínico, y me hacía mucha gracia. Sin embargo, este verano me ha tocado ser miembro del jurado de un premio de poesía y me he dado cuenta de que el asunto va en serio. Tener que leer tantos libros es un trabajo que -a medida que uno se mete en las obras de los anónimos concursantes- se va volviendo de alto riesgo. No puedo olvidar que comparto con esos escritores una misma vocación poética y me acuerdo de las veces que yo me presenté a concursos parecidos. El riesgo es, por tanto, de implicación sentimental. Escoger al ganador no será duro, la verdad, porque la mayoría de los originales son -hablando en plata- malos. Y ahí está el riesgo: los poemas fallidos se quedan en la superficie y sólo cuentan la vida del que los escribió. Un buen poema, aunque esté escrito en primera persona, consigue que el lector se reconozca a sí mismo en lo que lee y que acabe despreocupándose del autor. En los malos, sin embargo, uno termina cogiéndole cariño a quien, como un amigo extrovertido, inoportuno y un poco reiterativo, te está contando su intimidad. Y esto sí es duro: imagine que una persona amable le explica, a lo largo de ochenta folios, cómo una señora le ha roto el corazón, y que cuando acaba, usted, en vez de solidarizarse con él y pagarle una ronda, lo que hace es negarle un premio literario que, a lo mejor, le hubiese alegrado algo la existencia. Y que después se lo niega sucesivamente a padres modélicos, a chicas que luchan contra el machismo y a vecinos que ensalzan sus lugares de nacimiento. La cosa ha empezado a afectarme. Me quedan, no obstante, algunos consuelos. El primero, comprobar que, a pesar de los telediarios y de las páginas de sucesos, la gente tiene unos sentimientos excelentes: quiere a sus parejas, adora a los niños, se emociona ante la naturaleza y se pregunta por el más allá cuando contempla una noche estrellada. Incluso el que posa de maldito tiene en el fondo un corazón de oro. Mi optimismo ante la especie humana (exceptuando lo que hace relación a sus dotes literarias) ha aumentado. El segundo consuelo es que, como decía Plinio (¿el Joven o el Viejo?; no importa, a estas alturas los dos están calvos), no hay libro que no tenga algo bueno. Y lo cierto es que en todos te sorprende, de pronto, un relámpago impagable de belleza. También me gusta recordar la idea de Quintana. El premio se lo llevará el que demuestre más pericia literaria, pero incluso el que menos habrá ganado un mayor conocimiento propio y mucha intimidad con el idioma. En poesía, como en la vida, la recompensa no estriba en el aplauso de los demás, sino en la satisfacción de haber cumplido la propia vocación lo mejor que se pudo.

Enrique García-Máiquez, en Diario de Jerez de hoy viernes 12 de agosto.

jueves, 11 de agosto de 2005

Formas de conocimiento

La fe es una herramienta más del conocimiento humano. Como la inteligencia, la razón o la intuición. Sin fe no podríamos vivir. Subimos a la planta 38 de un alto rascacielos. Nada sabemos de leyes de física, ni de arquitectura, ni de resistencia de materiales; en rigor, no sabemos si aquel edificio está o no bien hecho. Simplemente, confiamos. Nos entregamos, confiados, a lo creíble. Por supuesto la fe, como la intuición, no es un compartimiento estanco, aislado por completo de lo racional. De hecho, subimos a la planta 38 porque razonablemente creemos que no nos pasará nada. Pero carecemos de pruebas.
El conocimiento humano no es una herramienta, sino una caja de herramientas. Disponemos de la Razón, del Entendimiento, de la Intuición... De la Filosofía, de la Ciencia, del Sentido Común... Yo creo que la Fe forma también parte de esa caja de herramientas. Que se completan y complementan unas a otras.
A la Ciencia no le hace falta la Fe, y menos que ninguna la Fe religiosa. Pero la Ciencia sólo puede explicar, y parcialmente, cómo funcionan las cosas, cómo están constituidas, pero no por qué ni para qué. El talón de Aquiles de la Ciencia es su incapacidad para encontrar el sentido de las cosas. Desde el punto de vista científico, el hombre es, sí, una pasión inútil.
Sólo la Filosofía puede encontrar el sentido, sólo la Filosofía puede explicar el Mundo, y el puesto del hombre en el Cosmos.
Pero la Filosofía es también insuficiente: no se puede demostrar. De ahí la variedad de sistemas filosóficos a través de los siglos. Y un sistema filosófico no invalida otro (al revés de lo que ocurre en la Ciencia). Heidegger no supera a Platón; Hegel no invalida a Descartes, ni a Kant... Parece como si la Ciencia aportara certezas sin sentido, y la Filosofía sentidos sin certezas...
En la religión, forma suprema de la Fe, el hombre encuentra un sentido, pero ¿encuentra también una certeza? Y, por otra parte, ¿de qué religión hablamos?
La ciencia es una para japoneses y para colombianos, para alemanes y para somalíes. Pero hay varias religiones, sin contar las que ya no se practican ni las minoritarias.
La fuerza de la religión es ofrecer una certeza (ésta es la religión verdadera, éste es el verdadero Dios...), pero una certeza que no es, en rigor, certeza... sino... fe.
La Fe tiene como fundamento la Razón: algo que no fuera razonable no sería tampoco creíble. Pero es algo más que la Razón, y también algo menos. Es una certeza interior ("in interiore animae habitat Deus", decía Agustín), pero carece de pruebas (ninguna de las famosas pruebas tomistas prueba en rigor nada).
Es una forma de conocimiento de aquello que no podemos conocer, de saber lo que no vemos, de comprender lo que no comprendemos.
Sus certezas no son sin embargo demostrables, como lo son las de la Ciencia. Si la existencia de Dios se pudiera demostrar como el teorema de Pitágoras o la ley de la gravitación universal, entonces se habría acabado la libertad humana: no habría opción para abrazar a Dios o rechazarlo. Aparte de que reducir la divinidad a un teorema sería asimismo acabar con la idea de Dios.
Vuelvo al principio, el hombre vive gracias a que da muchas cosas por ciertas (que el rescacielos no se desplomará) sin tener ninguna prueba al respecto. Ninguna certeza. Por pura confianza razonable.

lunes, 8 de agosto de 2005

Exceso de celo, según la acusación particular

El mismo periódico en que escribe Fernando Iwasaki publica hoy el siguiente reportaje, firmado por Cruz Morcillo:

ROQUETAS DE MAR. «Nos requieren en un restaurante de la playa porque un individuo ebrio está molestando e insultando a los clientes. ¿Qué hacemos?». La pregunta se la formula una patrulla de la Guardia Civil de Roquetas a un superior. «Intentad tranquilizarlo y procurad que se marche y no cause problemas», responde el funcionario. «Lo invitaré a café y a una tostada y tendré que mirar a otro lado cuando nos llame asesinos o torturadores», dice el agente mordiéndose los labios.
La escena, real, según comprobó ABC, transcurre cerca del cuartel más cuestionado de España en estos momentos en el que unos 70 guardias civiles detienen a un centenar de personas al mes y practican unas 5.000 diligencias anuales. En esas dependencias de pueblo grande en el que hay censadas más de cien nacionalidades se mezcla hoy a partes iguales el desánimo y la rabia. De puertas afuera algún agente ni siquiera oculta las lágrimas. La presión que están viviendo, entreverada de insultos y pintadas, empieza a pasar factura. De hecho, una decena de funcionarios ha pedido la baja por motivos psicológicos o lo hará en los próximos días, según nos adelantan.
Dos días para sanar heridas
La situación ha tomado tal cariz que la Dirección General de la Guardia Civil ha decidido, catorce días después de que Juan Martínez Galdeano muriera en el patio de ese cuartel, poner a disposición del mismo un psicólogo del Cuerpo para atajar el problema. Se trata de un teniente de Granada que estará hasta hoy a disposición de quienes quieran entrevistarse con él.
Ayer, nada más llegar al cuartel, llamó a los nueve funcionarios imputados para ofrecerles ayuda. La mayoría la rechazó, tal y como confirmaron a ABC los propios afectados, pero otros compañeros que siguen de servicio sí fueron a consultarle.
«Ya no quiero nada que venga de los mandos de la Guardia Civil. Llevo dos semanas dándole vueltas a la cabeza sin que nadie nos defienda y ahora creen que van a salvar la cara con un psicólogo», relata uno de los imputados. Otro agente se pronuncia en sentido parecido: «He tenido que tomar tranquilizantes por primera vez en mi vida y sí he hablado con un psicólogo, pero no del Cuerpo».
«Ayer paramos a un individuo en un control de tráfico y al pedirle los papeles nos dijo que si le íbamos a hacer lo mismo que a Juan. Pero lo peor no es tener que soportar eso, sino que mi hijo me pregunté que si ahora somos malos», cuenta otro agente del cuartel, que no ha pedido la baja, de momento.
«Hay quien nos ha sacado a relucir el GAL por teléfono, de forma anónima y tanto yo como toda la unidad ponemos las manos y la cabeza si hace falta por nuestros compañeros. Sólo actuaron como tenían que hacerlo, obligados por las circunstancias. ¿Quién mata a un hombre a la vista de todo el mundo y de las cámaras pudiendo llevarlo a la parte de atrás o a una habitación del cuartel?», se pregunta un guardia de paisano.
No todo son malas palabras. Los funcionarios desgranan con orgullo las llamadas que han recibido de apoyo de algunos ciudadanos de Roquetas y, en especial, de cuerpos policiales de otros países. «Se han puesto en contacto con nosotros agentes de la Policía de Los Ángeles y de Córdoba (Argentina), ofreciéndonos lo que necesitemos; ya es más de lo que han hecho aquí».
No pasa un día en el cuartel sin que quienes viven o trabajan en él se lleven las manos a la cabeza. «¿Por qué no se oye nuestra voz y se nos condena de antemano. Acaso no tenemos los mismos derechos que cualquier ciudadano?». Es domingo y saben que se han difundido las llamadas telefónicas a los servicios sanitarios (ver cuadro). Uno de los imputados relata como se trasladó al centro de salud y la ambulancia de Aguadulce estaba en la puerta, esperando. Ya se habían producido tres llamadas telefónicas del cuartel, según la Junta de Andalucía, pero el médico y el conductor aguardaban a un enfermero. «Les dijimos que no podíamos con él, que se dieran prisa. La UCI que llegó de Almería tardó 20 minutos, pero el médico del centro de salud que está a 200 metros tardó 15; eso no se cuestiona porque el muerto es nuestro».

Pero lo más llamativo de hoy en los periódicos es una noticia de agencia según la cual el abogado de la acusación particular ha declarado que pedirá prisión provisional para el teniente de la GC como responsable de los hechos. Y estos hechos fueron, según el propio acusador particular, que los guardias "se extralimitaron y obraron con un exceso de celo" (sic).
Entonces, ¿la tortura? ¿Qué hay del delito de tortura?
Hoy declarará el teniente ante el juzgado que instruye el sumario.

domingo, 7 de agosto de 2005

Roquetas, sin juicio, con prejuicio

"No tengo nada que objetar a las reacciones gubernamentales por el asesinato perpetrado en una comisaría de Roquetas, ya que sólo la trascendencia mediática del crimen puso en alerta al gobierno. ¿Por qué un torturador que ya había sido denunciado meses atrás continuó en su puesto hasta que consiguió matar a alguien a golpes? "
Así comienza el artículo de Fernando Iwasaki en el ABC de hoy. Un Fernando Iwasaki a quien, lo confieso, me cuesta reconocer. ¿Qué información privilegiada posee Fernando que le permite afirmar tan rotundamente que se trató de un asesinato, cuando ni siquiera es fehaciente que se tratara de un homicidio? ¿Por qué llama crimen a lo que bien pudo ser un desdichado accidente? ¿Por qué adjudica al comandante de puesto el calificativo de "torturador", sin pruebas, sabiendo que la tortura es en España un delito tipificado en el Código Penal? ¿Por qué le asigna tanta saña y reincidencia con esa frase tan dura: "hasta que consiguió matar a alguien a golpes", que para escribirse, puesto que se trata no sólo de la atribución de un grave delito, sino del honor y buena fama de las personas, debe hacerse con muy fundadas razones y aportando la carga de la prueba?
Lo que vamos sabiendo sobre el caso Roquetas no va precisamente en la dirección de la "tortura". ¿Desde cuándo se tortura en un patio a la vista de todo el mundo? ¿Desde cuándo los torturadores son tan poco precavidos que se dejan morder, patalear o agredir por el supuesto torturado?En todo caso, la verdad se sabrá, y la justicia dirá lo que tenga que decir. Mientras tanto, respetemos la presunción de inocencia, cuando menos. Aunque sea la de la Guardia Civil.
Pero en esto de la Guardia Civil nos ocurre a los progres y ex-progres lo que al perro de Pavlov, que la oímos mentar y enseguida de lo primero -o lo único- de que nos acordamos es de Pilar Miró y El crimen de Cuenca o de Lorca y las almas de charol. Seguimos teniendo una visión lorquiana de la Guardia Civil, una visión como de Romancero gitano.
Si hasta una persona tan inteligente y ponderada como Fernando Iwasaki se echa al monte del pre-juicio con tanta alegría y destapa la caja de los denuestos en esta ocasión sin pensárselo dos veces (y, creo yo, sin haberse informado bien del asunto, oídas todas las versiones), es que algo grave ocurre en este país. Quizás que no sabemos aún en qué consiste la normalidad democrática. Esa en que la justicia, simplemente funciona. Con iguales garantías para todos.

viernes, 5 de agosto de 2005

Lo que pasó en el cuartel de Roquetas

Pese a la apariencia de las palabras, la presunción de inocencia como principio básico del derecho no nos obliga a, interiormente, presumir la inocencia del encausado: esto es, según el diccionario, a "sospechar, juzgar o conjeturar una cosa por tener incidios o señales para ello". Pues si los indicios o señales indicasen la inocencia, la acusación no se sostendría.Lo que significa la presunción de inocencia es que la carga de la prueba corresponde a la acusación, y será ella quien deba demostrar la culpabilidad del imputado, y no éste su no-culpabilidad.En los sucesos del cuartel de Roquetas de Mar (Almería), al teniente y a los ocho guardias civiles implicados en la muerte de Juan Martínez Galdeano se les ha abierto expediente por falta "muy grave": "Abusos de sus atribuciones y práctica de trato inhumano, degradante, discriminatorio o vejatorio contra las personas que se encuentren bajo su custodia". A la espera de que, examinados los testimonios y las pruebas (vídeo, autopsia), se sustancie si esos abusos existieron, y si son causa de homicidio, podemos entender que los indicios apuntan contra estos miembros de la Benemérita, siete de los cuales, incluido el oficial al mando, afrontan ya una suspensión de seis meses.Las Fuerzas de Seguridad operan en numerosas ocasiones en condiciones límite, en las cuales es muy difícil deslindar el uso necesario y proporcionado de la fuerza, de su utilización desmedida. Si en Roquetas se dio una situación complicada de resistencia a la autoridad –pésimamente resuelta, eso sí–, o bien una dolosa violación de los derechos de un detenido, compete a los jueces determinarlo.Pero ni una cosa ni otra afectan a los méritos de la institución, aunque deterioren su fama. El código moral recogido en la Cartilla de la Guardia Civil (aprobada en 1852), de gran belleza literaria, expresa lo que ha de esperar de la Benemérita quien acuda a ella: "Será siempre un pronóstico feliz para el afligido, infundiendo la confianza de que a su presentación, el que se vea cercado de asesinos, se crea libre de ellos; el que tenga su casa presa de las llamas, considere el incendio apagado; el que vea su hijo arrastrado por la corriente de las aguas, lo crea salvado; y por último, siempre debe velar por la propiedad y seguridad de todos". Lo que sucedió en Roquetas, al parecer, es que alguien se olvidó de todo esto.Pero ese código lo hacen realidad todos los días miles de hombres de verde, conscientes de que "las vejaciones, las malas palabras, los malos modos y acciones bruscas, jamás deberá usarlas ningún individuo que vista el honroso uniforme de este Cuerpo". Si hay excepciones, deben ser purgadas.

(Texto de Carmelo López-Arias en El Semanal Digital).

jueves, 4 de agosto de 2005

Peaje sí, impuestos no

Hoy el señor Arcadi Espasa, digo Espada, vuelve a hablar de Dios. También yo lo haré, pero otro día. Hoy tocan cuestiones de tejas para abajo.
Resulta que PP, PA y IU se ha unido para reclamar y promover la liberación de peaje de la autopista Sevilla-Cádiz. Algo que reclamó el PSOE cuando era oposición, y que no cumple cuando es gobierno. Que los nacionalistas andaluces y lo estalinistas de al sur de Despeñaperros exijan esto no me extraña nada; que lo haga un partido presuntamente liberal, ya me descoloca.
Las autopistas, en mi opinión, deber ser todas de peaje, y pagarlas los que las utilicen mediante peaje, no todos -las usen o no- vía impuestos.
Con más gracia que yo lo explica Antonio Burgos en su recuadro de hoy en el ABC. Chapeau, maestro Burgos.

miércoles, 3 de agosto de 2005

Buscando a un economista de guardia

Se acaban de dar a conocer los datos referentes al paro del mes de julio. Aumenta el desempleo. Es difícil saber si se trata de una anécdota o de un cambio de tendencia.
Lo que yo no acabo de entender es por qué se dice que hay paro en una sociedad que importa continuamente mano de obra y a la que acuden, legal o ilegalmente, cada día, centenares de inmigrantes.
¿Por qué hay tanta dificultad para encontrar un fontanero, un electricista, un pintor? ¿Por qué el servicio doméstico es ya mayoritariamente magrebí o sudamericano?
¿Paro? ¿De verdad existe el paro? ¿A qué vienen entonces aquí los inmigrantes?
Para el sentido común, un parado es un señor que no encuentra trabajo, a pesar de buscarlo denodadamente.
Pero los economistas deben de tener otro concepto para el término "parado".
¿Será que para ellos, o para el INEM, un parado es alguien que no encuentra el trabajo que él quiere y donde él quiere?
No lo sé. Confieso mi ignorancia. A ver si algún economista permanece de guardia en agosto y me lo explica.

martes, 2 de agosto de 2005

La oposición en Cuba... según Castro

En España hay cosas que no son noticia, que ni leemos en los periódicos, ni vemos en la televisión, ni oímos en la radio. Hay cosas que sí, y cosas que no. Que existen o no existen. Existe, por ejemplo, Guatánamo, o Abu-Graib, pero no existen los campos de concentración en Corea del Norte...
Por eso recojo hoy lo que escribe Abelardo Linares en el blog de Arcadi Espada (ayer, uno de agosto). Una de esas informaciones que jamás recogerá la prensa española.
"Los discursos de Fidel Castro suelen ser interminablemente farragosos, pero también tremendamente interesantes para conocer su pensamiento y, por lo tanto, a su régimen, a la Revolución (en la que no hay nada, nada que haya durado, que no haya estado antes en su pensamiento); una de las pocas ventajas de que Fidel no se fíe de nadie y haya querido ser siempre (a diferencia de tántos otros políticos) su propio negro.En su más reciente discurso, el del 26 de julio, entre otras muchas cosas que no viene ahora a cuento comentar, Fidel arremete contra la oposición democrática a la que descalifica -y califica- como inexistente: "La publicitada disidencia o supuesta oposición en Cuba no existe más que en la mente calenturienta de la mafia cubanoamericana, y de los burócratas de la Casa Blanca y el Departamento de Estado". Y es que, para FC, los críticos y disidentes, además de no existir, son sólo mercenarios a sueldo de los Estados Unidos. Porque Cuba es quizás el único pais del mundo en el que, tras 45 años bajo el mismo gobierno y bajo la misma crisis económica provocada por el bloqueo del enemigo norteamericano, nadie está descontento ni quiere ningún tipo de cambio, sino todo lo contrario.Resume también FC, muy acertadamente lo ocurrido el 22 de julio, cuando unos grupos de disidentes "...se animaron a instrumentar una nueva provocación; pero esta vez el pueblo, indignado con tan desvergonzados actos de traición, se interpuso con sus expresiones de fervor patriótico y no permitió moverse a un solo mercenario . Y así ocurrirá cuantas veces sea necesario." Conmovedora, esa firme promesa de que el pueblo, "espontáneamente", se manifestará para defender la revolución cuantas veces sean necesarias.
Con todo, lo más revelador y sintomático del discurso son quizás las dos lineas que dedica a caracterizar el modo de vida de los improbables e inexistentes opositores: "En ningún país del mundo un mercenario del imperio ostenta los privilegios que pueden disfrutar en Cuba. Ninguno de ellos trabaja ni presta servicio útil alguno a la sociedad."Cualquiera que, fuera de Cuba, lea estas lineas podría conjeturar que en Cuba los disidentes tienen el privilegio de ser todos ellos millonarios o rentistas, cuando, en realidad, el "privilegio" que recibe todo aquel al que el gobierno considera disidente u opositor es el de ser despedido de su trabajo y no permitirle volver a encontrar trabajo en nada que del estado dependa, es decir, en nada "legal". Curioso gobierno que, tras despedir al que protesta y preocuparse minuciosamente de que no vuelva a encontrar trabajo, acusa al protestante de no querer trabajar a la vez que tilda esa acusación de "privilegio". Privilegio que, como reconoce FC con indisimulado orgullo, no existe en ningún otro pais sino en Cuba.
No creo que nadie, a estas alturas, a favor ni en contra, vaya a poner en duda la verdad de las palabras de Fidel Castro Ruz, la persona que mejor conoce los entresijos de la Revolución Cubana."

lunes, 1 de agosto de 2005

Rápido verano

Cuando somos niños, no sólo las casas y los lugares nos parecen mucho mayores de lo que en realidad son, sino que también el tiempo transcurre con mayor lentitud. Luego, de adultos, nos sucede lo contrario.
Ya es agosto. Un nuevo agosto. Siento la comezón del tiempo que corre. Hoy es uno de agosto, pero ya veo demasiado cerca el uno de septiembre, amenazante. El tiempo se volverá de nuevo horario rígido y agenda apretada. La turbina que nos expime y nos devora.
Definitivamente, perdimos nuestro reino. El de la lentitud, el de la infancia.