LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

miércoles, 31 de mayo de 2006

El caos del conocimiento

Hace unos días he vuelto a confirmar mi vieja hipótesis de que una ciudad es un universo que no se acaba de conocer nunca. Incluso una ciudad provinciana y medianita como Sevilla. Constantemente hace uno descubrimientos.

Hasta hace poco, de Juan Arana no conocía yo ni tan siquiera el nombre. Andaba yo estos días queriendo escribir, o comenzar a escribir, un ensayo que provisionalmente titulaba “La unidad del mundo y la pluralidad de los saberes” y en el que, a ciencia cierta, yo mismo no sabía lo que quería decir ni de qué iba a tratar. Precisamente por eso quería escribirlo, pues ya se sabe que muchas veces no sabe uno lo que piensa hasta que no lo pone por escrito, en cláusulas y párrafos. Vamos de la intuición a la razón, como otras veces, menos desde luego, vamos en sentido inverso, de la razón a la intuición. Y, claro, antes de nada, me di a leer lo que sobre “el asunto” hubiera escrito. Y así me fui a dar de bruces con El caos del conocimiento. Del árbol de las ciencias a la maraña del saber, que así se titula el libro del catedrático de filosofía de la universidad de Sevilla, Juan Arana. En una primera lectura me pareció que ya no tendría que escribir mi ensayo porque… ya estaba escrito. Pero luego me he dado cuenta de que el problema que el profesor Arana se plantea en su libro es parecido, pero no idéntico, al que yo me proponía tratar. Que sigo sin saber cuál es exactamente, y por eso sigo necesitando ponerme a escribirlo.

No voy a hacerlo ahora, ni voy a examinar las tesis y propuestas del profesor Arana, que eso ya lo haré en el ensayo (al que ahora titularé quizás “La unidad del saber y la pluralidad de los mundos”), si efectivamente llego a escribirlo.

De lo que quería dar cuenta ahora es de la sorpresa que me ha causado este libro, el que exista, el que sea tan claro y a la vez tan profundo (aunque no estoy seguro de que comparta algunos de sus postulados), y que su autor sea un profesor de mi misma Universidad, y que yo no le conociera ni de oídas, siendo así que posee un dilatado currículo y una larga lista de publicaciones, cuyos títulos hacen presumir su enjundia, y que por supuesto yo no he leido, pero leeré.

Y una última sorpresa: que el profesor Arana resulte ser el padre de la joven autora de Pampaluna.

Definitivamente, una ciudad, aunque sea tan medianita y tan provinciana como Sevilla, es un inmenso universo que nunca acabamos de descubrir, que nunca deja de brindarnos sorpresas. Algunas veces, agradables.

Los diez libros que recomendaría a su mejor amigo

Se me ocurre proponer a mis hipotéticos lectores una suerte de tormenta de ideas en forma de encuesta.
Se trataría de elegir los diez libros que consideramos más importantes, o imprescindibles, o altamente recomendables. Los que nadie debería dejar de leer. Los que recomendaríamos a nuestros mejores amigos. Tanto de literatura como de pensamiento.
En principio, creo que deberíamos excluir los "obvios" (qué sé yo, el Quijote, la Biblia...). Por supuesto, las respuestas serán subjetivas. No se trata de llegar a establecer un canon. Es simplemente un juego, un divertimento.
¿Quieren participar? Pues envíen sus comentarios.
No hay que dar explicaciones (aunque no se prohiben). Sólo la lista.
A ver si coincidimos en alguno.

martes, 30 de mayo de 2006

Reset

Esto de la informática y sus tropiezos consiste más que nada en reiniciar. Lo mismo que la vida.

Un proteccionista del Volkgeist (y III)



Hubo un tiempo en que todo el mundo sabía lo que era la enseñanza primaria. Hoy tal cosa no está ni mucho menos clara. En su manía por rebautizar las cosas y desnaturalizar las palabras, los pedagogos de la progresía crearon la llamada Educación Secundaria Obligatoria, un oxímoron de no te menees. ¿Secundaria y obligatoria? En realidad, lo que hicieron fue crear una Enseñanza Primaria Prolongada en el tiempo y Desnaturalizada en su concepto.

Se planteaba Valera qué debía entenderse por enseñanza primaria, o básica, o fundamental. La pregunta, ayer como hoy, es ésta: ¿qué es lo que cualquiera debería saber?

Valera arroja algunas propuestas que como mínimo pueden calificarse de campanudas y estupendas. Dice, por ejemplo, que la educación general, fundamental o común (estos son los adjetivos que emplea), es “la que tiene por objeto hacer de cada ser humano una persona, tal como debe ser la persona en el más alto grado de civilización a que hemos llegado”. ¿Algo ambiciosillo, no? Y también algo vago e inconcreto. Y también, también, contradictorio: al ser humano no hace falta hacerlo persona, ya lo es, desde su concepción o desde su nacimiento (que ahora no vamos a discutir esa cuestión). El hombre más inculto, el más ignorante, el más intelectualmente desvalido, es una persona.

Y la segunda parte de la proposición, “el más alto grado de la civilización a que hemos llegado”… ¿Vaya, le exigiremos a cualquiera que conozca la teoría de la relatividad, la física cuántica, el lenguaje de programación o el código genético? Iluso propósito: mis alumnos de la Facultad (bien es cierto que son de letras) no saben explicar lo que es un algoritmo, ni una proteína, ni una célula procariota… Por Einstein ni les preguntes…

Luego, paradójicamente, Valera baja bastante el listón, y desde las alturas del más alto grado de civilización desciende a las llanuras domésticas de la realidad visible y afirma impertérrito que “lo primero que hay que saber y lo primero que hay que ser es hombre o mujer de su casa.” ¡Pues acabáramos!

Pero hay un pasaje de su ensayo en que Valera se muestra muy concreto y señala cuatro principales objetos de la primera enseñanza. Estas son las palabras de Valera, señalando “lo que es menester que todos sepan”:

“Hablar, leer y escribir la propia lengua con corrección y propiedad; algunos rudimentos de geografía y de historia, aritmética práctica para los usos diarios de la vida, y principios de moral sostenidos en una base sólida, que se apoye, no en razonamientos filosóficos, para los que la mocedad temprana carece aún de madurez suficiente, sino en la creencia tradicional, cuyo valer legítimo la razón del adulto podrá examinar y hasta contradecir más tarde.”

Esto sí que parece realista. En contraste con la sencillez de este programa, véase lo que propone como objetivos para la ESO la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía:

§ Conocer y comprender los aspectos básicos del funcionamiento del propio cuerpo y la incidencia que tienen los diversos actos y decisiones personales, tanto en la salud individual como en la colectiva.(Vamos, que fumar es malo, drogarse no digamos, y que hay que hacer gimnasia... ¿cuatro años de eso para eso?)

§ Formarse una imagen ajustada de sí mismo, de sus características y posibilidades y actuar de forma autónoma valorando el esfuerzo y la superación de dificultades. (Uno puede llevarse cuarenta años procurando obtener una imagen ajustada de sí mismo…)

§ Relacionarse con otras personas e integrarse de forma participativa en actividades de grupo con actitudes solidarias y tolerantes, libres de inhibiciones y prejuicios. (Sobre todo, libres de inhibiciones).

§ Analizar los mecanismos y valores que rigen el funcionamiento de las sociedades (¿se han puesto ya de acuerdo los sociólogos sobre esto?), especialmente los relativos a los derechos y deberes de los ciudadanos.

§ Analizar los mecanismos básicos que rigen el funcionamiento del medio físico y natural, valorar las repercusiones que sobre él tienen las actividades humanas y contribuir activamente a la defensa, conservación y mejora del mismo como elemento determinante de la calidad de vida. (Y que se apunten a Greenpeace).

§ Conocer y apreciar el patrimonio natural, cultural, e histórico de Andalucía y analizar los elementos y rasgos básicos del mismo, así como su inserción en la diversidad de Comunidades del Estado. (Ah, pero ¿esto hacía falta enseñarlo?)

§ Conocer y valorar el desarrollo científico y tecnológico, sus aplicaciones e incidencia en el medio físico, natural y social.

§ Conocer y valorar el patrimonio cultural y contribuir activamente a su conservación y mejora, entender la diversidad lingüística y cultural como un derecho de los pueblos y de los individuos, y desarrollar una actitud de interés y respeto hacia el ejercicio de este derecho.

§ Comprender y producir mensajes orales y escritos en castellano, atendiendo a las peculiaridades del habla andaluza, con propiedad, autonomía y creatividad, utilizándolos para comunicarse y organizar el pensamiento. (Escribir “con propiedad, autonomía y creatividad” le ha costado a uno, si es que lo ha conseguido, lo menos treinta años… Valera era mucho más modesto, sólo pedía corrección y propiedad. Pero nótese que aquí la palabra propiedad desaparece).

§ Comprender y expresar mensajes orales y escritos contextualizados, en una lengua extranjera. (¿Y por qué precisamente contextualizados?)

§ Interpretar y producir con propiedad, autonomía y creatividad mensajes que utilicen códigos artísticos, científicos y técnicos. (Jo, pues esto no sé lo que significa).

§ Elaborar estrategias de identificación y resolución de problemas en los diversos campos del conocimiento y la experiencia, contrastándolas y reflexionando sobre el proceso seguido. (Anda… ¡y eso a los 16 añitos!)

§ Obtener y seleccionar información, tratarla de forma autónoma y crítica y transmitirla a los demás de manera organizada e inteligible. (Los graduados en ESO, ¿deberán ser todos periodistas, o conferenciantes, o escritores, o líderes de opinión?)

§ Conocer las creencias, actitudes y valores básicos de nuestra tradición y patrimonio cultural, valorarlos críticamente y elegir aquellas opciones que mejor favorezcan su desarrollo integral como persona. (¡El programa de toda una vida!)

Bueno, acabo para no cansar(me). En resumen, yo acuso a la LOGSE de pretenciosa, de carente de realismo, de ignorar la naturaleza humana (o de negarla), además de intervencionista, ideológicamente sesgada e innecesariamente cara. Si sus objetivos se pudieran cumplir, los graduados saldrían con saberes enciclopédicos. Pero, sencillamente, no se pueden cumplir. Y por eso hay fracaso escolar. Es que es inherente y consustancial con el sistema, tal y como está concebido.

¿Qué tal si pidiéramos a todos —o a casi todos— menos cosas pero mejor aprendidas? ¿Y si no confundiéramos la enseñanza primaria con la secundaria?

Pues con estas preguntas lo dejamos.

lunes, 29 de mayo de 2006

La vida es sueño

La vida es una noche atravesada por un largo sueño.

Schopenhauer

(Para VLV, rogándole tome esta frase de Schopenhauer en un sentido más bien calderoniano).

domingo, 28 de mayo de 2006

¿Fuerzas Armadas? No

Hoy se celebra en Sevilla el oficialmente denominado Día de las Fuerzas Armadas, con asistencia de SS. MM. los Reyes de España, aunque no con la del Presidente del Gobierno.
Vivimos en la pandemia de la perífrasis.
Mi hermana, que es bibliotecaria, me ha contado que ahora ya las bibliotecas no se llaman bibliotecas, sino "Centros de recursos para el aprendizaje y la investigación", con su inevitable sigla, CRAI.
¿Quién inventaría esto de Fuerzas Armadas en vez de Ejército? Fuerza armada puede ser una partida de bandoleros, una banda terrorista, una guerrilla.
Yo creo que esto lo inventó algún "pacifista" (no hace falta explicar las comillas), para que no pudiéramos gritar ¡Viva el Ejército!, como inventaron lo del Estado español para que no pudiésemos gritar ¡Viva España!
Porque reconocerán vds. que es muy difícil pronunciar ¡Vivan las Fuerzas Armadas! o ¡Viva el Estado español! Como que no...
Bueno, les dejo, que me voy a ver el desfile, a gritar ¡Viva el Ejército! ¡Viva el Rey! ¡viva España!
Espero que no me detengan. O que en la cárcel haya internet.

sábado, 27 de mayo de 2006

Periódicos

En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del periódico que leas.

viernes, 26 de mayo de 2006

Lecturas

Leo a Bernanos, un novelista de mucho predicamento en tiempos, pero que ahora parece no tener lectores. Su Diálogos de carmelitas, que creo que es la primera y la última pieza teatral que escribió, ya al final de su vida, me sobrecoge. Trata de unos hechos reales acontecidos durante la Revolución francesa: la persecución y muerte de unas religiosas carmelitas. ¿Por qué estas obras no se reponen en los teatros? Venga Valle Inclán, venga Lorca… hasta en la sopa. Qué pesadez, qué hartura.

En cambio, la otra obra que he leido de Bernanos, el Diario de un cura de aldea, me ha dejado indiferente. No la he logrado terminar sin esfuerzo. A saber por qué: no pretendo hacer ahora crítica literaria.

Hechos históricos

No pretendo sentar una ley histórica, pero el hecho comprobado es éste: cada vez que en España hemos derrocado un rey y lo hemos mandado al exilio ha sobrevenido la catástrofe.

Sucedió con Isabel II, con Alfonso XIII…

Así que, señor Jiménez Losantos, cuidado con el republicanismo, aunque sea de derechas.

Novísimo refrán castellano: Más vale rey malo, que trono vacuo. (Lo de vacuo, en vez de vacío, es para que rime).

Espejos

Los espejos casi nos convencen de que ya nos conocemos a nosotros mismos.

El espejo demuestra que todo lo que importa cabe en una habitación.

La mujer que saca su espejito del bolso es porque quiere revisarse el alma.

El espejo filósofo: el que le dictó a Fichte su “yo soy yo”.

Los trozos de un espejo roto: por ahí ven el mundo las más de las gentes de hoy.

Dios debe de ser una especie de espejo inteligente y sensible.

El otro lado del espejo nos está diciendo: ná es ná.

¿Por qué nadie se asusta al mirarse al espejo y verse tal como es?

En la casa de los solitarios, el espejo es el único que les da los buenos días.

A partir de cierta edad, el espejo no es más que una elegía de poesía visual.

Dios no creó los espejos, pero dejó que el hombre los fabricara después de la expulsión del paraíso. No se sabe si como consuelo o como castigo.

Al mirarme al espejo, tengo la extraña sensación de que me engaña conmigo mismo.

El hombre es aquel animal que, además de nutrirse, relacionarse y reproducirse, necesita mirarse en un espejo.

En realidad, el espejo ha suprimido el tiempo y vive en el perpetuo ahora.

Cuando soplo en el espejo siento cierto alivio: aún logro empañarlo.

Mirarse de reojo en un espejo, ¿no es espiarse a uno mismo?

Espejo: agua petrificada.

Una galería de espejos es un salón pedante.

Paradoja especular: miramos al espejo, pero nunca lo miramos a él.

martes, 23 de mayo de 2006

Un proteccionista del Volkgeist (II)

Al renegar de su liberalismo en materia educativa, abrazando con entusiasmo la idea del Estado docente, don Juan Valera se metió en unos jardines de los cuales era dificilísimo salir. Porque, ¿quién dirá lo que hay que enseñar y lo que no? ¿No se lesiona de manera gravísima la libertad de cátedra, que queda reducida a mera apariencia o fantasmagoría, por completo desnaturalizada y prostituida? Valera se mueve aquí entre Escila y Caribdis. Por un lado, niega la libertad de cátedra a los profesores funcionarios: “tampoco apruebo —dice— que los profesores y maestros que el Estado nombra y paga tengan libertad para enseñar y difundir doctrinas contrarias a las bases fundamentales en que el Estado se sustenta.” Pero luego cae en que el Estado no es nadie, es decir, que al final el Estado o son los güelfos o son los gibelinos, y es el gobierno de turno, y el ministro fulano o zetano, y que la ciencia no puede estar al albur del turno de partidos, y escribe esto otro:

“Parece absurdo que cualquier ministro de Instrucción Pública, tal vez ayuno de ciencia, perteneciente ora a un partido, ora al partido contrario y venido al poder merced a una crisis constitucional o parlamentaria, se erija en juez supremo por cima de la ciencia y de los hombres científicos, y los amoneste, y los reprima, y tal vez los amenace, marcándoles el camino que deben seguir para no extraviarse ni incurrir en su enojo.”

Valera era consciente de la contradicción en que incurría, y para solucionarla no se le ocurría otro remedio más que la “buena fe” y la “exquisita prudencia”. Lo que, cuando menos, parece un exceso de optimismo. O de voluntarismo.

Traída esta cuestión a día de hoy, es innegable que sigue vivita y coleando. Es el Estado quien decide lo que se enseña y lo que no se enseña, lo que debe estar y lo que no debe estar en los programas o curricula, como se dice ahora. Jibariza la religión, un incómodo estorbo que no sabe cómo quitarse de encima. Quita la filosofía, porque decide que la filosofía no es necesaria, que lo necesario es la “Educación para la Ciudadanía”. Propugna la geografía cantonalista, porque es más importante el pequeño Segre que el inmenso Amazonas. Y no sólo el contenido de las asignaturas, sino todo el diseño del sistema educativo es pura ideología (escuela comprehensiva, psicología constructivista…). Un profesor de Historia que proponga una interpretación distinta a la políticamente correcta de, pongamos, la guerra civil, o un profesor de Biología que ponga reparos razonables o tan siquiera dudas al evolucionismo, sólo serán outsiders, y ya veremos a qué precio. ¿Y quién decide en qué lengua se enseña (por lo visto, los padres no)? Etc., etc.

En esta cuestión no hay paños calientes ni términos medios: o la responsabilidad de la educación de los hijos recae en los padres, o recae en el Estado. Y está claro que en la vigente Constitución socialdemócrata que nos rige recae casi exclusivamente en el Estado, y sólo los que puedan pagársela, y sin que esto les exima de pagar impuestos, por supuesto, disfrutarán de una enseñanza que, después de todo, y a pesar de ser privada, también deberá ajustarse al diseño general que el Estado haya hecho del sistema educativo.

Si se ha privatizado el sector eléctrico o las comunicaciones, ¿por qué no privatizar —es decir, devolver a la sociedad, restituir a los particulares— la educación? Creerán algunos que esto es una solución radical, o que es inviable, o que aumentarán las desigualdades. Yo creo que esto es radical, sí, pero que es viable y que las desigualdades no serán mayores de las que hoy existen (porque existen ya hoy). Y, sobre todo, creo que es algo deseable, en la perspectiva de una Sociedad fuerte y un Estado mínimo.

Pero dejemos esto y vayamos a otra cuestión suscitada por Valera y que está hoy más candente que nunca. ¿Cuál debe ser el contenido de la enseñanza primaria o básica? O dicho de otro modo, ¿qué es lo que cualquiera debería saber? La cuestión es más difícil de lo que parece. Por eso la dejaremos aquí hoy sólo apuntada y planteada, para ocuparnos de ella por lo menudo en un próximo apunte.

lunes, 22 de mayo de 2006

Semen retentum

Cada vez estoy más convencido de que las ideas son eternas, que mudan sus formas o sus encarnaciones pero que, en rigor, el mundo está ya inventado, o dígase creado, desde el principio, y sólo hace caminar en el tiempo, cambiando y renovándose, a veces para mejor, a veces para peor, pero sin dejar de ser siempre sustancialmente el mismo.

Ahora que se conmemora el 150 aniversario del doctor-que-nunca-curó-a-nadie, digo, Sigmund Freud, vuelvo a pensar en esto. ¿Los sueños présagos, los sueños proféticos? ¿Acaso no están ya en la historia de José en Egipto? ¿No están ya en nuestro romancero? ¿No era cosa sabida por todos?

Y la represión de los instintos sexuales como fuente de complejos, histerias, neurosis… como casi causante de todos los males. Wilhelm Reich llevó luego esta idea hasta el ridículo y hasta el absurdo: ¡afirmaba que la represión sexual producía cáncer! O, mejor dicho, que el cáncer, todo cáncer, provenía de esa represión. Y lo malo es que esta estupidez se la creyeron muchos. La idea se popularizó en el slogan hippy de los 70, “la virginidad produce cáncer”.

Ahora descubro un adagio latino que no conocía: semen retentum, venenum est. (Aunque ignoro la procedencia, no sé si es clásico o medieval).

O sea, que Freud no descubrió nada que no estuviese ya descubierto.

viernes, 19 de mayo de 2006

Oído en la COPE

Hoy, un contertulio del programa de la mañana de la COPE, no me quedé con el nombre, dijo para descalificar al nacionalismo: "el nacionalismo es una religión".
Nótese que empleaba el término religión en el sentido peyorativo de creencia falsa e infundada que fanatiza a los que la profesan.
Pues si así se habla de la religión en la COPE...
(Nadie matizó lo dicho por el contertulio, ni siquiera el republicano de derechas Federico Jiménez Losantos).

Sabiduría

Todo verdadero saber es siempre saber personal.

E intransferible.

Se pueden transmitir conocimientos, datos, ideas, paparruchas (esto sobre todo)…

La sabiduría hay que conquistarla. Y hacerla de uno.

No existe un saber universal, sino que cada uno alcanza a saber lo que sabe.

La Humanidad no posee sabiduría, sólo conocimientos. Pero la Humanidad nunca llega a ninguna conclusión.

jueves, 18 de mayo de 2006

BRINES, DUQUE

No, no es que a Francisco Brines le hayan concedido un ducado. Lo que lo nombran es académico, no duque. Este domingo lee su discurso de ingreso.
Y con este motivo, Aquilino Duque le dedica una décima estupenda.
Poesía de circunstancias, pero a la altura de la circunstancias.
Algún día, por cierto, tengo que escribir un "Elogio de la poesía de circunstancias".
De momento, felicidades, Brines.
Enhorabuena, Duque.

Acabamiento de ser hombres

Definiciones de educación se han dado muchas. Santo Tomás la veía como la "conducción y promoción al estado perfecto del hombre en cuanto hombre, que es el estado de virtud".
El alemán Dilthey la definía como "actividad planeada mediante la cual los adultos tratan de formar la vida anímica de los seres en desarrollo".
Y el pragmatista John Dewey la consideraba como una "constante reorganización o reconstrucción de la experiencia."
Algo tienen todas de verdad, pero a mí la que más acertada me sigue pareciendo es la sencilla y maravillosa de Alfonso X en la Partidas:
"Facer que los fijos vengan a acabamiento de ser hombres."

martes, 16 de mayo de 2006

Un proteccionista del Volkgeist

Meditaciones utópicas sobre la educación humana se titula uno de los últimos trabajos que don Juan Valera entregó a los lectores de la prensa madrileña. Forman estas meditaciones dieciséis artículos que don Juan fue publicando en El Heraldo en el año 1902, tres años antes de su muerte. No se leen hoy los ensayos de Valera, aún vigente como novelista, pero olvidado como dramaturgo y poeta, y casi desconocido, e incluso despreciado, y quizás esto segundo en gracia a lo primero, como ensayista y pensador. Por frívolo y ambiguo se le tiene, y se le acusa de ocultar o, al menos, de velar, por conveniencia social, por no perjudicar su medro personal, su verdadero pensamiento. Que en su obra se encuentren contradicciones notables no implica ambigüedad alguna. Que procurase unir lo útil con lo dulce, muy horacianamente, no quiere decir que fuese frívolo. Valera es tanto o más interesante como pensador que como novelista. Era un espíritu curioso, y si filósofo quiere decir el que busca y ama la sabiduría, no cabe duda de que Valera lo fue. Claro que Valera era hombre… ergo se equivocaba, no cada vez que hablaba, pero sí de vez en cuando.
Las Meditaciones utópicas sobre la educación humana, como lo deja entender su propio título, no son un tratado sistemático de pedagogía, sino reflexiones hilvanadas a vuelapluma, aunque en ellas se reflejen muchos años de cavilación sobre el asunto. Valera no es Comenius, ni Vives, ni Jean Paul… pero no deja de tener interés, y mucho. Confrontar sus ideas con la situación presente de la educación en España puede resultar ilustrativo.
Para empezar, ¿cuál es el papel del Estado en la educación? Valera se declara liberal, y sólo desearía que el Estado se ocupase de la seguridad, de la justicia y de la diplomacia. Quiere que «el Gobierno entienda que no estorbar ni reglamentar, ni competir con los particulares, como fabricante, agricultor o comerciante, es la mejor manera de proteger y de fomentar la industria, el comercio y la agricultura.» Hasta cree que «caminos y canales», o sea, carreteras, autopistas y otras obras civiles, «se dejen a la iniciativa individual». Un programa revolucionario: todavía no se ha conseguido.
Pero… nuestro liberal Valera cree en el Gobierno docente, y no sólo admite sino que reclama que el Estado meta sus sucias manos en la educación. ¿Y cómo lo justifica? Porque cree en el espíritu nacional, en el dichoso Volkgeist. Y eso que afirma que cree poco en él… Oigamos el razonamiento entero:
«No quiero yo suponer —escribe Valera—, como Emerson, pongamos por caso, que hay lo que él llama sobrealma o alma suprema y colectiva del género humano. Ni menos aun concederé yo existencia real al alma o espíritu de cada nación o pueblo. Mas a pesar de todo, e imaginándolo como se quiera, como genio tutelar, como ángel custodio, como resultante o suma de gran multitud de entendimientos y de voluntades, o como algo que persiste y da cohesión a la colectividad sin que se disgregue y desbarate, considero absurdo negar que cada nación tiene o debe tener espíritu propio. Y el cultivo de este espíritu, manteniendo su pensamiento en la dirección que tradicionalmente lleva, sin impedir su progreso y su elevación y mejora, no puede ni debe confiarse al cuidado o al antojo de los particulares, y debe ser función del Estado o del Gobierno que lo representa y ejerce el poder en su nombre.»
Pero, ¿en qué quedamos señor Valera? ¿Tienen o no tienen alma las naciones? Y en el supuesto de que la tengan, y sea ésta lo que sea, ¿por qué no le permitimos a este alma desarrolllarse y expresarse libremente? ¿Tan poca confianza tiene en esa «resultante o suma de gran multitud de entendimientos y de voluntades», o sea, en la gente, o sea, en la suma de las iniciativas individuales? ¿Pero no se declaraba Vd. liberal? Con liberales como estos, ¿qué falta nos hacían los socialistas?
Más de un siglo ha transcurrido desde que Valera contradijese así su liberalismo, al menos en el sector educativo. Los liberales de hoy a lo más que aspiran es al cheque escolar o a defender la concertada de las garras o de las pezuñas de los distintos reinos de taifas de la España autonómica. Yo aspiro a que el Estado retire del todo y por completo sus sucias manos de la educación, desde la primaria hasta la universidad, y no tenga en ella ningún papel, ni siquiera in loco parentis. ¿Utopía? Pues, sí, pero una de esas utopías —pocas— por las que merece la pena luchar.

domingo, 14 de mayo de 2006

Arrebato en la Catedral

No deja de asombrarme el artículo que hoy publica Carlos Colón sobre el acto religioso que tuvo lugar en la Catedral con motivo de la obtención de la copa de la UEFA por el Sevilla F. C. Porque recuerdo el que publicó en junio de 2005, cuando el Real Betis llevó su copa (ya no me acuerdo cuál era, no soy futbolero) a la basílica del Gran Poder. En aquella ocasión lo tituló “Ofrendas a Marte”, y ya lo comenté en su día en esta misma bitácora.

¿Y por qué lo que en el Betis le pareció mal, y pagano y monstruoso, ahora le parece bien si lo hace el Sevilla? ¿Ha cambiado Carlos Colón de criterio? ¿Es que es sevillista y barre para casa, con razón o sin ella? Prefiero pensar que se trata de lo primero, aunque no se excluya lo segundo.

“Para celebrarlo —dice ahora mi admirado articulista— repicó la Giralda y sonó la canción de El Arrebato en el órgano de la catedral.” Y le parece de perlas. A mí también. La clave la dio el cardenal: “¡No saben ustedes lo felices que han hecho a tantas y tantas gentes!” Pues de eso se trata, en el fondo.


martes, 9 de mayo de 2006

Los Machado. Una familia, dos siglos de cultura española


Sevilla, Fundación José Manuel Lara, 2006. Prólogo de Jon Juaristi.

"Cada vez estoy más persuadido de que Manuel y Antonio Machado pensaron y sintieron casi lo mismo sobre casi todo. A pesar de todas su diferencias. Ahora bien, ambos se apartaron mucho de la filosofía de su padre y de su abuelo. ¿Era quizás sólo un cambio de Zeitgeist? En cualquier caso, creo que no se puede ya entender a un Machado sin comprender a los otros".