LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

sábado, 29 de noviembre de 2008

Del evangelio según san Lukàcs

Yo nunca creí que la obra de Georg Lukács fuese un evangelio para nada, aunque durante mucho tiempo fui devotísimo suyo, y aún siento cierta querencia por el personaje y por su obra. Pero, a diferencia del que acuñó la frase (dirigida contra los novelistas del realismo social) de "el evangelio según san Lukàcs", que fue, si no recuerdo mal, don Juan Benet, yo sí que me leí las obras completas (o casi) del judío-comunista-húngaro (combinación explosiva), traducidas en España por Manuel Sacristán en la editorial Grijalbo. De ellas me interesaron especialmente su Estética y sus ensayos de crítica literaria.

No voy a meterme en fárragos, porque hoy no estoy para fárragos. Sólo un pequeño detalle, un mínimo recuerdo (caprichos de la memoria). Decía Lukács, no sabría decir ahora dónde, que los buenos novelistas no describían jamás el acto sexual en sí porque, aducía, eso es algo puramente animal, indiferenciado, común a todos, y que no revelaba ninguna característica o rasgo peculiar del personaje. Ni su psicología, ni su forma de ser o de pensar... ni propiamente su relación con el otro. Así que había que resolverlo mediante la elipsis. No por razones morales, sino propiamente estéticas y literarias.

¿Llevaba razón Lukács? Pues no sé.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

El último crucifijo está en mi casa

Estudié en el mismo Instituto donde después fui, soy, profesor. He visto tantos cambios y mudanzas... y tanto casos que recordar no quiero... Al principio, por ejemplo, había una capilla, que hoy ha quedado convertida en almacén. O un magnífico teatro, que hoy es "salón de usos múltiples", que es otra forma de nombrar la nada.

Cuando estudiaba, en cada aula había un crucifijo. Luego, no recuerdo cuándo, porque yo falté un tiempo de ese Instituto por otros trabajos en que anduve comisionado, los crucifijos fueron desapareciendo. En algún momento creo que llegó a haber un retrato de SS. MM. Ya no, ni eso. Tampoco hay ya tarima o estrado para el profesor: todos tenemos que estar al mismo nivel, incluso físico, o empezando por lo físico y terminando por lo patafísico.

Por la sala de profesores anduvo rodando uno de aquellos crucifijos descolgados de las aulas. Estaba finalmente posado sobre un mueble, cogiendo polvo, sin que nadie le hiciera el menor caso. Se trataba de un crucifijo de metal, de estilo, digamos, para entendernos, "postconciliar".

Un día decidí llevármelo a mi casa, sin consultar con nadie, y allí lo tengo, en una de las paredes de mi despacho. Yo lo llamo el "Cristo de las Catacumbas". Aunque mejor se estaría, quizás, llamarlo el Santísimo Cristo del Abandono y de los Olvidos.

La verdad es que nadie parece haberlo echado en falta. Al menos, en las reuniones del claustro nadie lo ha mencionado. Bueno.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Capitalismo salvaje

Es extraño, no conozco ningún país, ninguno, donde haya existido y menos aun exista ese "capitalismo salvaje" del que tanto hablan. En cambio, de "socialismo salvaje" podrían ponerse decenas de ejemplos. Y muchos de ellos, de rabiosa (nunca mejor dicho) actualidad. De los "realmente existentes", vamos.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Péguy y los sacramentos


Marcel, el hijo primogénito de Charles Péguy, escribió varios libros sobre su padre. Uno de ellos es éste, El destino de Charles Péguy, y en él escribe que la conversión de su padre no supuso un retorno a la Iglesia y a sus normas y prácticas, sino un cambio desde la metafísica platónica a la filosofía de Cristo. Marcel afirma y defiende una distinción entre cristiandad e Iglesia:
"Aquellos que creen en la metafísica cristiana pertenecen a la cristiandad. Aquellos que, además, se someten a la Iglesia, pertenecen a esta Iglesia. Desde la época en que escribía su Juana de Arco, mi padre había establecido esta distinción. Había observado que si los jueces de Ruán podían muy bien excluir a Juana de la Iglesia (negándole la comunión, rechazando incluso oírla en confesión), ningún poder humano podía excluirla de la cristiandad. Es cada hombre por sí mismo quien decide de su pertenencia o de su exclusión de la cristiandad."
El asunto tiene sin duda un largo recorrido teórico, pero, en el caso de Péguy, tiene una base práctica, una raíz biográfica.

Socialista y ateo, Péguy se casó con una mujer socialista y atea como él, si no más, Charlotte Baudouin. Una vez "convertido", se le planteó un problema práctico: su matrimonio civil no tenía ninguna validez canónica y, canónicamente, no era más que un amancebamiento. Sus hijos tampoco estaban bautizados.

Un día Jacques Maritain, sabiendo perfectamente que Péguy no estaba en ese momento, se presentó en su casa para convencer a su mujer de que se bautizara y se casara por la Iglesia. Cuando se enteró, Péguy rompió definitivamente su amistad con Maritain. También hubo (no recuerdo ahora quién) quien propuso a Péguy que se separase de su esposa, posibilidad sobre la que el poeta no quiso ni oír hablar.

Un año después de la muerte de Péguy en el campo de batalla, su esposa y sus hijos solicitaron el bautismo.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Todo se soluciona con el tiempo (¡ja!)

Ordenando viejos libros que hacía tiempo no visitaba, de uno de ellos cae un papelito de color ya pajizo. Es una ficha escrita con mi letra (¡cuánto cambia la letra con los años, casi tanto como nosotros mismos!), una cita textual:
"La escuela adolece hoy de un grave mal: enseña muchas asignaturas, proporciona mucha ciencia infusa, informa (en mi opinión, bastante mal), pero no forma. No enseña ni siquiera a leer bien y con gusto (por eso en gran parte se está perdiendo el hábito de la lectura), y mucho menos a escribir bien. Y en ello me parece que reside el mal más grave, porque leer y escribir es el único fundamento del saber y del pensar."
Y al final de la cita, todos los datos: autor, título, lugar de edición, fecha, número de página...:

Ángel ROSEMBLAT, La primera visión de América y otros ensayos, Caracas, Ministerio de Educación, 1969, col. "Vigilia", p. 257.

Y ahora, después de copiarla aquí, y antes de devolver la ficha al libro en que dormía, me vuelvo a fijar en la fecha del ensayo de Rosemblat, ¡1969! Para que luego digan algunos que todas las cosas se solucionan con el tiempo.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Maneras de estudiar literatura

En su último artículo en ABCD, José Luis García Martín habla del libro de cierta profesora, y concluye:

"Ella no hace juicios de valor. Lo suyo es el puro rigor científico, o lo que entiende por tal: descuidado mecanicismo acrítico."

Descuidado mecanicismo acrítico. Exacta descripción de lo que hoy se hace, mayormente, en nuestras universidades. ¡Pero y aunque fuera cuidadísimo!, añadiría yo. Entonces, peor todavía.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Las maldades de Jacinto Benavente

Jacinto Benavente no es precisamente hoy un valor en alza en la bolsa literaria. Pero en su obra siempre se encuentra algo interesante. De su libro ¡Palabras, palabras...!, libro de aforismos, escojo los que más me han llamado la atención (lo de Maldades... no es porque me parezcan malos, sino por el tono cínico, escéptico y desengañado de la mayoría):

Como los explosivos que parecen un juguete, las verdades más peligrosas son las que parecen mentira.

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Conviene dejar al morir algunas deudas incobrables, para que alguien nos llore con sinceridad.

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La cultura puede improvisarse; la educación no se improvisa.

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Podéis dar al pueblo toda clase de libertades; él se encargará de perderlas.

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El que sólo es notable en un rincón del mundo, quisiera que aquél rincón fuera todo el mundo. ¿No es verdad, oh regionalista?

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Si la historia de la literatura española se escribiera a gusto de don Miguel de Unamuno sería lo más fácil de aprender: antes de él, nadie; después de él, nada.

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No hay nada que se parezca a un hombre tonto como una mujer sabia.

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La mujer es superior al hombre, considerada por sí misma; pero inferior al perro, considerada como compañera del hombre.

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¿Llegaste a la cumbre? Estás solo y tienes frío.

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Para hacernos amar no preguntemos nunca: ¿Eres feliz? Digamos siempre: ¡Qué feliz soy!

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Aun más difícil que un cariño es encontrar un odio desinteresado.

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Si queréis engañar a vuestra mujer sin disgustarla, procurad que sea con alguna amiga suya que tenga fama de virtuosa.

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No incurráis nunca en la tontería de decir a vuestra mujer que estimáis en más su virtud que su belleza, porque os exponéis a que ella os demuestre que hay todavía quien estima en más su belleza que su virtud.

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Ilustrar a las clases populares es como barnizar la madera de pino. La madera no gana gran cosa, pero sí los expendedores de barnices.