LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

lunes, 29 de septiembre de 2008

Un nuevo curso



Veni, Creator Spiritus, mentes tuorum visita. Imple superna gratia quae tu creasti pectora
Qui diceris Paraclitus, Altissimi donum Dei, fons vivus, ignis, caritas, et spiritalis unctio.
Tu septiformis munere, digitus paternae dexterae, tu rite promissum Patris, sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus, infunde amorem cordibus, infirma nostri corporis, virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius, pacemque dones protinus, ductore sic te praevio, vitemus omne noxium.
Per te sciamus da Patrem, noscamus atque Filium, teque utriusque Spiritum credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria, et Filio qui a mortuis surrexit, ac Paraclito in saeculorum saecula. Amen

sábado, 27 de septiembre de 2008

Una semana para oír la luz

Ayer, en mi domicilio del pueblo, encontré un aviso de correos. Procedencia: Tusquets Editores. Enseguida me imaginé, y me alegré por, de qué se trataba. Así que fui corriendo a la oficina de correos (en realidad fui rodando lentamente entre los atascos) a recoger el paquete. Por desgracia, el funcionario me informó de que, siendo el aviso del mismo día, no podría recogerlo hasta el siguiente. Pero no volveré por el pueblo hasta el viernes de la semana que viene. Así que tendré que esperar una semana para oír la luz. Schade.

De la W a la G, o de Lima a Sevilla

Iguasaki: famoso escritor peruano disertando en su tertulia sevillana.

martes, 23 de septiembre de 2008

Zubiri y los idiomas: dos anécdotas

Zubiri, que manejaba varias lenguas vivas y muertas, incluido ¡el sumerio!, nunca llegó a dominar el inglés hablado. Lo cuenta Carmen Castro, su esposa, hija de don Américo, en su Biografía de Xavier Zubiri: cuando visitaron los Estados Unidos, en 1946, Zubiri "supo también que nunca iba a ser capaz de hablar inglés, que tuvo desde entonces por lengua muerta: se leía pero no se pronunciaba, ni se comprendía de oídas."

Otra anécdota. En 1921 tuvo que examinarse de griego en la Universidad Central. Relata CC:
"Y lo grave era que ese Xavier, que yo conocí diez años más tarde leyendo griego para su deleite personal, apenas si lo sabía entonces. Pero X siempre tenía suerte. Todavía resultó que un compañero suyo de exámenes todavía sabía menos griego que él. Ese compañero se llamaba Antonio Machado, y por aprobarle no tuvo el tribunal más remedio que aprobar a X."

[Carmen Castro, Biografía de Xavier Zubiri, Málaga, Edinford, 1992, p. 76]

lunes, 22 de septiembre de 2008

El eterno retorno

Esto de los blogs tiene estas cosas. Una vieja entrada, exactamente la segunda que hice en éste, del mes de abril de 2004, El desmayo lingüístico de Manuel Fraga, recibe ¡ahora! un nuevo comentario.
Será que en los blogs el pasado no existe. Que todo, al mismo tiempo, está, siempre, presente. ¿Cómo en la eternidad? No creo, pero...
Por cierto, gracias, Anónimo.

Papel de plata

Ay, el papel de plata. Ese que cubría las tabletas de chocolate. Ese con el que formábamos los ríos y cascadas y lagos del Nacimiento.
Pues ahora, en la cocina, al abrir el envase del rollo, reparo en que se llama "papel de aluminio".
Adiós, metáfora.

La venganza de Darwin

Así se titula un interesante y breve artículo de Manuel Morales do Val en Periodista Digital. Proporciona una noticia sobre Inglaterra y otra sobre el Vaticano. La del Vaticano, en marzo. Para leerla, pinchar AQUÍ.

domingo, 21 de septiembre de 2008

La metáfora de la tarta

[El cambista y su mujer, de Marinus Claeszon van Reymerswaele, 1539, Museo del Prado]

La gente suele pensar con metáforas, acertadas unas, equivocadas otras. Una de las más populares, y de las más erróneas, referida a la economía, es la de la tarta. Según la cual la economía sería como una tarta que se reparte. Por ejemplo, muchos creen que es bueno que los trabajadores se jubilen, porque así dejarán un puesto libre que podrá ser ocupado por un trabajador joven. O que hay que quitarles a los ricos una parte al menos de su abundante porción para dársela a los pobres, a los que les ha tocado una porción de la tarta bastante más raquítica.
Pero una tarta, cuando sale del horno, ya es un producto acabado, finito, completo. Si nos comemos media tarta, ya sólo quedará la otra media.
Sin embargo, la economía no es una tarta. La riqueza crece o disminuye: nunca es una magnitud estática, un algo completo o acabado. Algo que ya ha salido del horno para siempre.
La gente no se para a pensar que el puesto de un trabajador que se retira bien puede ser amortizado, sin que se reemplace al jubilado. O que si les quitamos mucho a los que tienen más, tal vez ya no les interese emprender nuevas empresas o trabajar más y se marchen a otros lugares donde no los frían a impuestos.
La economía no es una tarta, sino una forma de entender la vida. De entenderla tal y como es o como querríamos que fuese. O como nos imaginamos que es.
Por eso la primera asignatura que debe estudiar un economista es la antropología.
Si no se sabe qué es el hombre difícilmente se entenderá cómo y por qué se busca la vida.
La economía no es una tarta, es un tortazo que la realidad suele dar (como ahora) a ciertos demiurgos petulantes que creen poder fabricar a su antojo en su obrador el pastel con el que sueñan.

Iwasaki, en ABC

Los elogios nunca se merecen. Pero siempre se agradecen.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Desde fuera

Hoy se ponen de acuerdo los dos principales suplementos, tanto Babelia como ABCD, en reseñar Desde fuera, el espléndido nuevo libro de Álvaro Valverde. Firman las reseñas, respectivamente, Antonio Ortega y Luis García Jambrina. La mía aparecerá en Clarín antes de que acabe el año. No habrá sorpresas: también será elogiosa.
Ya sé que la unanimidad es sospechosa, pero toda regla tiene su excepción.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Ay, la cabeza

Lo propio del volatinero es que tenga la cabeza a pájaros.
Ay, qué ruido, qué gritería.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Agua

Me gusta verla correr,
y meditar en su espejo,
que se abraza y me devuelve
la luz que baja del cielo.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Arturo Serrano Plaja, entre el Soviet y el Cristo


El caso de Arturo Serrano Plaja (San Lorenzo de El Escorial, 1909-Santa Bárbara, California, 1979) es el de un poeta que consiguió una proeza que son dos. Durante la guerra civil publicó el mejor poema marxista de la literatura española, El hombre y el trabajo (1938) y, años después, en 1965, con La mano de Dios pasa por este perro, el poema cristiano menos empalagoso de una época y de un país en que la poesía religiosa estaba tan confitada de almíbares, por no decir que de agua bendita y olores a alcanfor de sacristía.

Si El hombre y el trabajo lo rescató en 1978 Francisco Caudet en una edición facsímil —con los dibujos de Ramón Gaya—, no sucedía lo mismo con el resto de la producción de Serrano Plaja. Ahora, Serge Salaün y José Ramón López García —este último se encarga además del estudio introductorio— nos ofrecen una cuidada edición de la producción poética de Serrano Plaja desde 1939 hasta 1970, incluyendo no sólo los libros publicados (Versos de guerra y paz, Galope de la suerte, La mano de Dios…, Los álamos oscuros) sino una abundante addenda de poemas sueltos e incluso inéditos.

Si el conjunto de esta poesía no es, en absoluto, desdeñable, no es, con todo, más que la constelación de los dos libros centrales de Serrano Plaja, El hombre y el trabajo y La mano de Dios pasa por este perro.

De El hombre y el trabajo hablaron elogiosamente Octavio Paz, Antonio Machado, Rafael Alberti o María Zambrano. El prestigio del libro sigue intacto, aunque quizás no sea muy leído hoy en día, y Víctor García de la Cocha, en La poesía española de 1935 a 1975, lo considera “uno de los mejores libros de poesía de nuestra guerra”. Pero la importancia de El hombre y el trabajo excede la coyuntura de la guerra. Frente a tanto poema de agitación y propaganda bélica y política (algo en lo que, por lo demás, también, comprensiblemente, incurre Serrano Plaja, tanto aquí como en otros libros), El hombre y el trabajo es un poema reflexivo y trabado, que remonta las circunstancias concretas de la guerra para incardinarse en una concepción del mundo y de la vida que no es otra que la teoría marxista del hombre nuevo. No es por ello un libro discursivo o doctrinal, sino, y ahí está su valor, plástico y emotivo. El Trabajo, la Libertad, el Amor son, al decir de María Zambrano, los tres ejes en que se articula este gran fresco épico con personajes colectivos, los oficios, pero también con protagonista individual.

Terminada la guerra, Serrano Plaja comenzó un largo exilio por Francia, Chile, Argentina… hasta recalar finalmente en Estados Unidos, donde alcanzaría el puesto de catedrático en la Universidad de California en Santa Bárbara. En 1967 viaja a España y obtiene el pasaporte español, pero “desengañado con la sociedad que encuentra”, dice José Ramón López García, decide volver a Estados Unidos. Como López García no aporta ningún dato, podemos imaginar que los motivos de su regreso a América pudieron muy bien ser otros: un consolidado puesto académico en Estados Unidos frente a un difícil acomodo laboral en España. En todo caso, cuando se jubiló pudo instalarse en España —ya había muerto Franco—, pero decidió quedarse en California, donde murió. Quien empezó siendo, ciertamente, un exiliado, terminó por ser un señor español que trabajaba y vivía en el extranjero.

Serrano Plaja se había ido por estos años alejando paulatinamente del comunismo, tal vez impresionado por el discurso de Kruschov ante el XX congreso del PCUS o la posterior represión soviética en Hungría, tal vez, también, cabe apuntar, por la prosperidad del american way of life que tenía ante sus ojos. Su ruptura teórica y definitiva con el comunismo la plasmaría en su ensayo “Arte comprometido y compromiso del arte” (1960). Ya, por otra parte, colaboraba regularmente en España con Papeles de Son Armadans, Cuadernos Hispanoamericanos, Ínsula, Poesía Española…

¿Fue su desengaño político lo que le llevó a abrazar el cristianismo? Aunque alguna parte pudo tomar tal decepción, el salto es demasiado grande y además innecesario. Se puede cambiar de punto de vista político sin que ello entrañe mayores consecuencias de tejas para arriba. La conversión, creo que podemos llamarla así, de Arturo Serrano Plaja, tenía raíces algo más hondas que la política, y se situaba en un plano existencial y vivencial. Se trataba, en definitiva, del sentido de la vida y de la muerte, esa pareja extraña que nunca se separa. Era el mismo problema que le había preocupado en El hombre y el trabajo. El poeta lo expresará en unos versos de La mano de Dios…, su segunda proeza poética: “morir es la derrota/ si no hay Dios/ da vergüenza morir y más de noche/ morir sólo de pena de noche da vergüenza/ da pena de morir solo de noche/ sólo morir de pena/ de morir da vergüenza/ de cosa indecorosa/ de vida ya indecente/ si no hay Dios/ da vergüenza morir sólo de muerte.”

López García insiste machaconamente en la “temática religiosa heterodoxa e irreverente” de este libro, aunque ni una sola vez da algún detalle de dónde encuentra lo heterodoxo o dónde lo irreverente. Extraño sería que una editorial como Rialp (en cuya colección Adonáis se publicó el poemario) consintiese en publicar un libro no ya heterodoxo sino, además, irreverente.

La mano de Dios pasa por este perro parte de un conocido pasaje del evangelio de Marcos (VII, 24-30) en el que una mujer fenicia pide a Jesús la curación de su hija. Jesús, al principio se niega, porque es extranjera y “no está bien echarles a los perros el pan de los hijos”, pero al argüirle la mujer que “también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los hijos”, accede. El poeta se siente aquí ese perro vagabundo, “ese perro pulguiento”, “lleno de mataduras y miseria/ mas al fin aquí estoy.”

Queda, para el lector, quizás, el dilema de qué Serrano Plaja escoger, si el marxista o el converso. Dilema que no se le presentará al verdadero lector de poesía: el valor de estos dos libros, de los dos, y no sólo de esos dos, sitúa a Serrano Plaja en la primera fila de la poesía española de nuestro pasado siglo XX. Lo paradójico, o quizás no tanto, dada la pereza de nuestra cultura, o nuestra cultura de la pereza, es que aún carezcamos de una biografía suya digna de tal nombre.

De momento, aunque no se comprenda muy bien por qué no se ha aprovechado la ocasión para publicar su poesía completa, aquí está, puesta en limpio, la que escribió durante el exilio, desde 1939. No es poco.

[Publicado en Clarín. Revista de nueva literatura, núm. 73 (2008)]

jueves, 11 de septiembre de 2008

Sólo quedó uno

En los diarios de guerra en el Madrid republicano (España sufre, editorial Renacimiento, 2008, prólogo de Andrés Trapiello) de Carlos Morla Lynch, puede leerse (anotación del cinco de agosto del 36):
"Hace días los periódicos publicaron un manifiesto firmado por los más excelsos intelectuales: Gregorio Marañón, José Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Marichalar, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, etc., protestando de la rebelión y colocándose resueltamente al lado del Gobierno".
Fijémonos en los nombres de estos "excelsos intelectuales". De la lista que da Morla, sólo uno se quedó en España, en el bando republicano. Y todos, excepto Juan Ramón, salieron echando pestes de aquella República. Jiménez permaneció fiel a la idea republicana, pero a la debida distancia, porque acercarse a la fiera resultaba peligroso, como pudo comprobar por él mismo en el Madrid miliciano.
Tampoco estaban Baroja, ni Azorín, ni por supuesto Unamuno o Eugenio D'Ors...
Sólo quedó, les quedó, uno: Antonio Machado.

martes, 9 de septiembre de 2008

Sueños

Esta noche he soñado con aviones de ultimísima tecnología, tanto militares como civiles.
Las cosas que se sueñan cuando no se tiene con qué soñar.

domingo, 7 de septiembre de 2008

El extraño episodio de Emaús

[Velázquez, La cena de Emaús]

Los libros se escriben para arrojar, o intentar arrojar, alguna luz. Se parte de un enigma para aclararlo; de un problema, para resolverlo; de unos hechos, para resumirlos o establecerlos... También es legítimo decir: miren ustedes, esto es lo que NO sabemos, lo cual equivale a trazar una frontera entre la luz y las sombras, o sea, cuánto y qué sabemos y cuánto y qué ignoramos.
Francisco Morales Padrón, catedrático de Historia de América, ha publicado recientemente un libro titulado Jesús de Nazaret. Realidad y fabulación (Sevilla, Renacimiento, 2008), sugerente y bien escrito, pero del que, por momentos, no sabemos muy bien qué pensar.
Veamos, por ejemplo, el capítulo "El extraño episodio de Emaús".
"El relato -comienza por decir nuestro autor- es tan bello como el de la Samaritana. Si el episodio del pozo únicamente lo relata Juan, el de los discípulos de Emaús sólo lo refiere Marcos cuyas líneas encierran pruebas convincentes de la Resurrección de Cristo."
Pasemos por alto que no es Marcos, sino Lucas el que refiere este episodio: puede ser una errata o un despiste (porque luego, en efecto, cita a Lucas). Vayamos al meollo, que es la Resurrección de Cristo. ¿Se trató de una Resurrección física o de una Resurrección simbólica? Dice Morales Padrón:
"¿Acaso cuando los discípulos decían que Jesús había resucitado de entre los muertos querían dar a entender que, del mismo modo que Elías había retornado a la vida al ser heredados su espíritu y su misión por Juan el Bautista, también entre ellos mismos habían cobrado nueva vida el espíritu y la fe de Jesús? Desde nuestra ignorancia estamos incapacitados para responder a estas preguntas."
Y aquí es donde el lector da un respingo y dice: "Oiga usted, maestro, y si no sabe, ¿pa qué escribe un libro?"
Sobre la Resurrección de Jesús de Nazareth existe una abundantísima literatura, histórica, filológica, teológica... Porque no es cuestión baladí, sino la piedra angular del Cristianismo. Por lo menos, es lo que dice Pablo en la primera carta a los corintios: "y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo."
¿Acaso no se dice en Lucas: "Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo."? ¿Y qué tocó Tomás el incrédulo, símbolo o carne?
Bien está que cada cual adopte la postura que crea más honesta y más conforme a la verdad. Pero antes hay que estudiar bien el tema, y no dar por despachado un asunto sin documentarse, argumentar, razonar, rebatir, defender... que es lo que, a pesar de manejar bibliografía, no hace aquí Morales Padrón.
En fin, el libro del profesor está muy bien escrito, y es interesante y recomendable, se lee bien... pero... no se puede despachar de un plumazo, en párrafo y medio, una cuestión tan crítica.
Por lo menos habría que considerar estos dos puntos.
1º.- En los Evangelios se habla siempre de una Resurrección física de Jesús. Y el episodio de Emaús no lo contradice.
2º.- Jesús ha muerto como un fracasado. Sus discípulos (salvo Juan) huyen, se esconden, reniegan... ¿Qué ha tenido que ocurrir para que vuelvan a su misión, para que incluso estén ahora dispuestos a arrostrar el martirio? Sólo la Resurrección puede explicarlo.
(Los judíos dieron otra interpretación: que los discípulos habían robado el cadáver para luego decir que había resucitado... Y otra, los musulmanes: que Cristo realmente no murió en la Cruz, sino que fue llevado por ángeles al Cielo).
Hubiera sido conveniente detenerse algo más en esta cuestiones en un libro que, por lo demás, resulta de muy agradable lectura.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Los Machado y la Gran Guerra

Acaba de aparecer el número 2 de la revista Hallali, que dirige Emilio Quintana. Y en el mismo, mi artículo sobre el drama El hombre que murió en la guerra, de los Machado.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Razas

Blanco, blanco, vamos, lo que se dice blanco, yo no he visto nunca a nadie. Claro que negro, o sea, negro, tampoco.