LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

jueves, 29 de enero de 2009

Poesía y mercado (3 de 3)

OFERTA: ¿Podría definirse la poesía como aquel género literario en el que la oferta supera siempre con creces a la demanda? En escribir un mal poema se pueden tardar diez minutos escasos, pero incluso para escribir una mala novela se necesitan varios meses. Ergo, siempre habrá más poetas que novelistas. Lo cual no quiere decir que la poesía sea el único género con exceso de oferta, como sabe bien cualquiera que haya intentado colocar una novela en una editorial o en un premio, y como saben, mejor que nadie, los editores.

PREMIOS: Existen tres clases de premios de poesía: los que buscan publicidad gratis para un libro, los que buscan sólo cuadrar el balance de una institución en el apartado de gastos sociales y los que aspiran a convertir un valor político en un valor poético (o al revés, que es casi lo mismo). Los primeros los suelen convocar las editoriales, los segundos las instituciones financieras o las administraciones locales, los terceros la academia sueca, el ministerio de cultura o las consejerías autonómicas del ramo de agitación y propaganda.

PUBLICIDAD: Las editoriales no suelen gastarse mucho dinero en publicidad para sus libros de poesía. Sí abundan, en cambio, las reseñas. Pero, ¿quién se cree ya las reseñas? Claro que esta pregunta nos lleva derechos a otro binomio no menos porblemático e imposible de tratar aquí: crítica y mercado. Dejemos tan sólo apuntada una de las funciones de la crítica: dar publicidad. Y no es la menos honrosa de sus funciones.

PRODUCTO: El objeto o producto que se compra y vende en el mercado poético no puede ser la Poesía o la Belleza, sino algo más restringido, concreto y objetivado, del mismo modo que cuando adquirimos un coche no adquirimos la Velocidad, sino determinado número de cilindros, ni la Libertad, sino una mayor movilidad potencial, ni lo Aerodinámico, sino un determinado diseño de la carrocería. En poesía, el objeto mercantil es inevitablemente un poema o conjunto de poemas al que accedemos a través de un soporte físico. En ese poema, o poemario, habrá cierta dosis de Poesía pero, como en el caso del vehículo de motor, el propietario del soporte y usuario del contenido, valorará, de manera imprevisible y aleatoria, las diferentes dimensiones implícitas en el objeto que ha adquirido. Por ejemplo, puede valorar más el soporte que el contenido.

PRODUCTOR: El lírico firmante. Sus herederos. Eruditos descubremanuscritos y anotalotodo. Juanramonianos a destajo, pessoístas de baúl y antólogos por cuenta y riesgo.

SECTOR PUBLICO: ¿Deben retirarse del mercado todas las consejerías, consistorios provinciales o municipales, cajas, kutxas y caixas, además de fundaciones mil, dejándolo todo en manos particulares? No. Primero, porque están en su derecho. Segundo, porque, si no siempre literario, cumplen un inestimable cometido de bienestar social y terapia recreativa. Aunque inflen la nómina hasta el aburrimiento y confundan, por lo general, la poesía con la egiptología.

SECTOR PRIVADO: El editor de poesía, propiamente dicho, es sólo el de poesía nueva. Los demás editan clásicos, textos escolares o éxitos de venta. Sólo el editor de poesía apuesta por la poesía. Desgraciadamente, sólo suele apostar por la poesía, sin que le preocupe mucho —aunque de otra cosa se nos queje— venderla.

UTOPÍA: ¿Cuál puede ser nuestra utopía? ¿Que desaparezca el mercado? ¿O, por el contrario, que el mercado se amplíe —mejor oferta, mayor demanda— y que la poesía, ya que acude a la plaza, se rija por sus leyes? Desde luego, esto último mejor que aquello. Primero, porque para que haya mercado tiene que haber libertad. Segundo, porque el mercado implica responsabilidad, marca, garantía. Y tercero, porque el mercado comporta variedad: de calidad, de gamas, de precios. Basta de poéticas, de generaciones, de manifiestos. Pidamos, simplemente, libertad de mercado para la poesía. Y ya que eso sea necesario, pero no bastante, y siguiendo las recomendaciones de la OCDE, deseemos que a ese mercado concurran empresarios competitivos y competentes. Esos que saben arriesgar y apostar, pero no a tontas ni a ciegas y, sobre todo, jamás se permiten otro criterio para editar que el de la cuenta de resultados. No es buena poesía aquella que no produce beneficios. Y en euros contantes y sonantes. Lo demás es, claro, literatura.

lunes, 26 de enero de 2009

Poesía y mercado (2 de 3)

EMPRESARIO: Desgraciadamente, hay que dejar esta entrada en blanco. No existen empresarios en el mercado poético.

LEY DE LA OFERTA Y LA DEMANDA: ¿Por qué hay más oferta que demanda en el mercado de la poesía? Muy sencillo: porque los poetas de censo y matrícula no suelen leer poesía. Y menos aún comprar libros de poesía. Uno, multipremiado en los más variopintos certámenes, me decía que él no compraba los libros porque, al final, le acababan llegando. Se puede uno imaginar qué es lo que le llegaría repasando su obra. Y un editor me confesaba al teléfono que si todos los que enviaban manuscritos a su editorial, más los que los enviaban a otras de la competencia, comprasen habitualmente libros de poesía, sus colecciones nunca serían deficitarias, como lo eran.

LIBRO: ¿Qué es un libro de poesía? Reconozcámoslo: cualquier cosa. Desde una plaquette a unas obras completas, caben muchas posibilidades. Antiguamente la poesía apenas si se editaba, como no fuera la de autores consagrados ya como clásicos, y generalmente post mortem (Garcilaso, Fray Luis...). Lo normal era que la poesía se difundiera manuscrita. Claro que un libro de hoy es mucho más barato que un códice de ayer, e incluso que un libro de antes de ayer.

MERCADO: Todo el mundo parece aceptar hoy, aunque algunos a regañadientes, como un mal inevitable, que la literatura es mercado, como cualquier otro bien apetecible. A la pregunta de “¿qué buscas en un premio literario?”, Ángeles Caso, tras serle concedido el Fernando Lara de Novela, respondía así: “Lo que todos. Sobre todo llegar a más lectores. Lamentablemente esto es un mercado. Y digo lamentablemente porque a mí me gustaría, no que no fuera un mercado, pero que funcionase de otra manera, que funcionase por la calidad de los libros. Pero no es así. Las ventas a menudo están en función de la promoción que acompaña a la obra o a la popularidad de su autor.” Si se observa bien, de lo que la autora se queja no es de que exista un mercado, sino de que, para venderse en él, sus libros (los de la autora) necesiten de un apoyo publicitario. Vamos, que no se vendan solos. Ignoramos lo que Ángeles Caso pueda saber de literatura (suponemos que mucho), pero de economía no sabe absolutamente nada.
Ningún producto se vende en función de su calidad, sino de otras variables como la relación calidad-precio, por ejemplo. Los productos de muy alta calidad son normalmente caros. También en poesía (y en la literatura en general) los productos de calidad selecta son minoritarios, es decir, accesibles y apetecibles para consumidores de muy alto poder adquisitivo. En literatura, el poder adquisitivo se mide por el nivel educativo y cultural del comprador. El lector avisado y avezado es aquel que ya ha hecho una fuerte inversión (en tiempo, en dinero, en ambas cosas): un mercado indisputablemente minoritario.
Se me objetará que también productos de alta calidad pueden ser mayoritarios. Miguel de Cervantes o Antonio Machado, por ejemplo. Sí, pasado cierto tiempo. Uno de los componentes del alto standing literario es la novedad. Cuando se pierde la novedad, o ésta ha sido asumida por el mercado (y el producto se ha clasificado: nótese la bisemia con que empleo este participio), todo el monte es orégano. Siguen siendo productos de calidad, pero algo pasados de moda. Ya no responden, con inmediatez y precisión, a las necesidades del día. Es como comprarse una estupenda estilográfica en la época de las computadoras personales.

sábado, 24 de enero de 2009

Poesía y mercado (1 de 3)

Salvo el cariño verdadero, todo en esta vida va a la plaza, y allí se trueca, se compra, se vende o, al menos, se pregona. ¿Extrañará alguien que queramos hoy examinar la poesía al trasluz de las leyes del mercado? Tal vez resulte algo más productivo que ahondar diferencias, redundar en experiencias o agrupar poetas, como los vinos, por añadas.

Como el tiempo apremia y el espacio es corto, hagámoslo en forma de diccionario, que posee la ventaja añadida de que permite al lector saltar, como en el ajedrez el caballo, por las casillas que menos sean de su interés. Aquí van ordenados, por orden alfabético, los elementos esenciales de este mercado extraño, pero mercado.

ANTOLOGÍA: 1. Vídeo clip promocional de poetas jóvenes. 2. Sesión de lucha libre entre poetas maduros. 3. Panteón de papel para muertos ilustres.

AUTOR: véase PRODUCTOR.

BEST-SELLER: Que el best-seller poético existe pueden atestiguarlo las Rimas de Bécquer, los Veinte poemas de amor de Neruda o (ya no estoy tan seguro) las Poesías completas de Antonio Machado. El problema es más bien por qué no se renueva la oferta. Habrá que distinguir, de todos modos, los best-seller de ciclo corto —aquellos libros que conocen un éxito rotundo e inmediato, pero efímero— y los de ciclo largo, tan sólo mensurables por centurias.

BIEN MOSTRENCO: El bien mostrenco es lo que los romanos llamaban res nullius. Todo producto literario, de acuerdo con las vigentes leyes acerca de la propiedad intelectual, está llamado a convertirse, pasado cierto tiempo, en res nullius. Es decir, el producto literario, para resultar rentable al autor debe ser amortizado rápidamente. Si no, no trae cuenta, económicamente hablando, convertirse en escritor, y menos en poeta. Claro que la amortización depende de la inversión que se haya realizado, y también de las expectativas de beneficio que se abriguen.

DEMANDA: Desde el momento en que aceptamos que poesía eres tú, debemos reconocer que la poesía tiene un mercado potencialmente ilimitado. De hecho, no hay pueblo que haya podido vivir sin poesía. Incluso las antiguas leyes estaban escritas en verso, y la poesía popular, eso que nadie sabe lo que es, existe milagrosamente todavía (según me cuentan unos amigos que se han topado con ella en no sé que aldea perdida). Pero en cuanto a la poesía en libro estos son los aguafiestas datos: sólo un 12% de los españoles dice leer poesía, y sólo un 4% admite que la compra. Quizás la gente consuma poesía (en canciones, en discos...) pero desde luego no compra libros de poesía.

miércoles, 21 de enero de 2009

Valle, entre la anécdota y la categoría



De la biografía de Valle-Inclán que acabo de leer, me quedo con la anécdota. Josefina Blanco, su mujer, antes de casarse con él, que eso fue en 1907, durante el noviazgo, le ponía todas las noches diez cuartillas en blanco sobre la mesa, amenazándole con que, si al día siguiente no las tenía escritas, no le dirigiría la palabra cuando se viesen. Lo cierto es que Valle, que hasta entonces no había dado a la estampa más que refritos y autoplagios de sus obras juveniles, a partir de su matrimonio se convirtió en el autor de las grandes obras que conocemos y admiramos.

Pero subo hasta la categoría. En una carta a Alfonso Reyes, le confiesa:

«Creo cada día con mayor fuerza que el hombre no se gobierna por sus ideas o su cultura. Imagino un fatalismo del medio, de la herencia y de las taras fisiológicas.»

Y ahí está la estética, la ética, la cosmovisión de Valle-Inclán, otro determinista de la vieja escuela. Y acaso ese prejuicio fue lo que lastró su obra, inmensa e inconsistente.


miércoles, 14 de enero de 2009

Don Juan Meléndez Valdés y los primeros barruntos del socialismo en España

Repasando las actas de un simposio sobre Juan Meléndez Valdés y su tiempo (Mérida, Editora Regional de Extramadura, 2005), encuentro esta cita, en la ponencia de Emilio Palacios Fernández sobre "Juan Meléndez Valdés, poeta social", que me llama la atención por lo que pudiera tener de signficativa para la historia de las ideas en nuestro suelo patrio. Escribe Meléndez:

"Si son la pobreza y la miseria indispensables elementos del estado social, al Gobierno, depositario de su felicidad y su armonía y fiel intérprete de las voluntades particulares, toca de justicia la santa obligación de velar sobre los infelices y ser tutor y padre en sus necesidades."

[Juan Meléndez Valdés, "Fragmento de un discurso sobre la mendiguez", en Discursos forenses]

La frase, por descontado, está llena de buena intención. Pero fijémonos en los detalles. Meléndez no cree que la pobreza vaya a desaparecer nunca (en lo cual, por lo menos hasta ahora, no se equivocó). Pero, so pretexto de esta situación, presta alas al Gobierno y al Estado para arrogarse un papel providencial. La felicidad y la armonía del cuerpo social, del Estado depende (no de los propios individuos), porque este Estado es "fiel intérprete de las voluntades particulares" (¿de todos los particulares? ¿de la mayoría? ¿de un promedio, digamos, centrista?). El Estado deberá ser "tutor y padre" de las necesidades del pueblo, especialmente de los pobres, o como diríamos hoy, de los más desfavorecidos.

Meléndez nunca habla de caridad, sino de beneficencia, es decir, de lo que hoy llamaríamos "Estado del bienestar".

Con toda justicia, hay que reconocer a Meléndez Valdés como uno de los precursores del socialismo en España. Y en la Ilustración, ver los primeros vagidos o barruntos de esta ideología que hoy se ha convertido, y desde hace mucho tiempo, en la predominante.

jueves, 8 de enero de 2009

Memorias

No sé si algún día me decidiré a escribir mis memorias, y menos aun si llevaría a efecto esa hipotética decisión, pero ya sé, sin embargo, cómo las titularía: Memorias de un retrasado.

Sí, de ser, ese sería el título. ¡Y por tantas razones!

domingo, 4 de enero de 2009

El misterio de las aceras y la mecánica de fluidos

Todos sabemos que hay calles que son más comerciales que otras.


Vamos, que incluso hay calles que son comerciales y otras que no lo son en absoluto.


Pero, ¿por qué, en una misma calle, una acera es más comercial que la de enfrente?


Yo sospecho que esto está relacionado más bien con la teoría y los principios fundamentales de la mecánica de fluidos. O sea, más con la física que con el marketing.

Aunque aquí los fluidos sean personas y no líquidos. Porque las masas también fluyen. Sobre todo en las rebajas.

jueves, 1 de enero de 2009

Para empezar el Año

Y pongo Año, con mayúscula, porque al que me refiero es al Año Paulino, que culminará el 29 de junio.

Aquí les dejo un didáctico y prometedor enlace del blog de Majao Público a esta su entrada de hoy: Invitación a la lectura de San Pablo.