LA FRASE

"Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad."

Sir Arthur Conan Doyle

jueves, 28 de abril de 2011

ORTEGA Y UN TAL RAMÍREZ

De Ortega ya sabemos todos. Pero, ¿y de Ramírez? ¿Qué sabemos de ese tal Ramírez, que en 1958 publicó un libro titulado La filosofía de Ortega y Gasset? Libro que, por cierto, es una magnífica exposición de la filosofía de Ortega, al tiempo que una, por así decir, deconstrucción de la misma.
La primera parte del libro es una detenida síntesis, o resumen fiel, con abundantísimas citas, de las ideas filosóficas de Ortega. La segunda, somete a Ortega a una doble crítica: desde la misma razón y desde la fe y la teología católica.
Detengámonos un momento, más bien que en el segundo, en el primer aspecto: "Las ideas filosóficas de Ortega vistas desde la misma filosofía". Aquí, hablando de la famosa fórmula orteguiana de "yo soy yo y mi circunstancia", comenta Ramírez:
"Con este hallazgo -piensa Ortega- quedan superados definitivamente el realismo y el idealismo o subjetivismo: aquel, porque daba la prioridad a las cosas sobre el 'yo'; este, porque daba prioridad al 'yo' sobre las cosas. Ambos quedan liquidados en lo que tienen de absolutos y negativos; pero a la vez quedan integrados en lo que tienen de positivos  y relativamente verdaderos: yo y las cosas juntamente y con igual derecho, "ex aequo".
Según esto, la fórmula 'yo soy yo y mi circuntancia' equivale puntualmente a esta otra: 'yo soy yo y el puro otro'. Y como el puro otro es lo que no es el yo, y el yo es lo que es él mismo, resulta esta otra forma equivalente: el yo es él y lo que no es él, o sea: yo soy lo que soy y lo que no soy, o también: yo soy el que soy y el que no soy. Porque entre las circuntancias no solamente se encuentran las cosas que nos rodean, sino también los hombres o personas de nuestro alrededor con quienes convivimos.
Expresión contradictoria en sí misma, porque el segundo predicado -la circunstancia= el puro otro, lo que no es el yo- niega y anula el primero -yo= el o lo que es el yo, yo mismo, el puro yo-. Exactamente igual que, si personificando a un círculo, pusiéramos en su boca este enunciado: yo soy un círculo cuadrado.
Y no se sale del atolladero diciendo con Ortega que la circunstancia es la otra mitad de mi persona, o que el puro otro es la mitad de mi yo. Porque en esta proposición, 'yo soy yo y mi circunstancia', o el primer predicado 'yo' tiene exactamente la misma significación y extensión que el sujeto 'yo', o no la tiene. Si la tiene, no se le puede añadir el segundo predicado 'y mi circunstancia', a no ser que incluyamos esa misma circunstancia en la significación y extensión del 'yo'; en cuyo caso, la fórmula orteguiana 'yo soy yo y mi circunstancia' se traduciría literalmente así: 'yo y mi circunstancia somos yo y mi circunstancia'. Pura tautología, que además de no decir nada, no merecía los esfuerzos hercúleos del filósofo madrileño para dar con ella."
Ya se ve porque hablábamos de auténtica deconstrucción de las ideas filosóficas de Ortega.
Pero la obra de Ramírez, del P. Santiago Ramírez, O. P., ha quedado arrumbada, oscurecida y casi desaparecida de la bibliografía sobre Ortega. ¿Quizás por la condición de dominico de su autor? ¿O fue por la polémica suscitada con motivo de la aparición de su libro, al que inmediatamente replicaron Laín Entralgo, Julián Marías, Maravall y José Luis Aranguren, entre otros?
El P. Ramírez se vio obligado a responder a sus oponentes en sendos libros posteriores: ¿Un orteguismo católico? Diálogo amistoso con tres epígonos de Ortega: españoles, intelectuales y católicos y La zona de seguridad. Rencontre con el último epígono de Ortega, este último como respuesta al de Julián Marías, El lugar del peligro. Una cuestión disputada en torno a Ortega.
Sobre este polémica escribió en tono triunfante e inconcuso en su libro Pensamiento español. 1939-1975 (Madrid, EDICUSA, 1978) Elías Díaz
El libro del padre Ramírez tuvo, sin embargo, cumplida y adecuada respuesta por parte de esos discípulos católicos de Ortega [...] de manera muy primordial, la simplificación, deformación y mal entendimiento en que éste incurría al exponer y condenar el pensamiento orteguiano. Aranguren señalaba explicitamente como conclusión de su crítica al padre Ramírez: 'Acostumbrarnos a entender antes de condenar es una de las cosas que más necesitamos los españoles'
Un capítulo olvidado de la pequeña historia de la filosofía española, o una polémica inevitablemente teñida de rifirrafe político, en la que los verdaderos problemas filosóficos se dejaban aparcados, al arrimo de la tolerancia y del diálogo, entonces, y ahora, tan en boga. Una nota a pie de página en la historia polémica de la filosofía española. Y es lástima. Una verdadera lástima que nadie recuerde ya el libro -o los libros- de Santiago Ramírez, O. P. 
Porque deconstruir a Ortega, aparte los hallazgos metáforicos de su prosa excelente, no era, no es, asunto de poca monta ni cosa baladí.

viernes, 22 de abril de 2011

SECUESTRO Y LIBERACIÓN DE ANTONIO MACHADO


«La derecha no ha cesado en sus intentos de 'recuperar' a Machado», dice José Emilio García Wiedemann, profesor en Granada, o eso se desprende de la entrevista que le hacen en el periódico IDEAL de esa ciudad. Ya sé que las entrevistas las carga el diablo y cualquiera sabe si eso lo dijo el señor García Wiedermann o se lo hizo decir el periodista.
Pero la idea es de las que flotan en el ambiente, con su recurrencia y su martilleo. Una mentira repetida mil veces... El poeta republicano... Etc., etc.
Pero, entonces, por ejemplo, ¿por qué aceptó el homenaje que le dio el general Primo de Rivera tras el estreno de La Lola se va a los Puertos, dejándose fotografiar con él y con su hijo José Antonio, en noviembre de 1929? En esa fecha, su 'maestro' y amigo Unamuno se encontraba en el exilio... y Valle Inclán pasaba ese mismo año dos semanitas en la cárcel Modelo...
En fin, ¿a qué seguir?
Se podría responder a José Emilio García Wiedemann con una estupidez contraria a la suya, que la izquierda siempre ha querido tener secuestrado a don Antonio.
Pero, no. Liberemos a Antonio Machado de la izquierda como de la derecha. ¿No es hora ya de restituirlo a la entera totalidad de sus lectores, y tanto españoles como extranjeros? De verdad, ¿no es ya hora?

sábado, 16 de abril de 2011

UNAMUNO Y EL MODERNISMO

De todos los escritores españoles, parece que fue Unamuno el único que tuvo relación con el modernismo. Con el modernismo religioso, quiero decir. Incluso llegó a publicar en revistas de este ámbito. Ahora se retraducen al castellano, pues los originales castellanos se han perdido o simplemente no existieron, sus ensayos De la desesperación religiosa moderna, aparecido en 1907 en la revista italiana Il Rinnovamento, y vertido al toscano por Giovanni Boine, y Jesús o Cristo, publicado en 1910 en la revista suiza Coenobium, y redactado directamente en francés. Igualmente, en 1911, aparecieron en esta misma revista sus respuestas a un Cuestionario. De este último, extracto algunas de sus respuestas:


......


"Para mí el sentimiento religioso, o lo que así llamo, se resume en el sentimiento de la muerte y del más allá. Es el deseo, la necesidad más bien, de no morir, un sentimiento irracional. Para mí la religión es la parte necesaria de la irracionalidad. Yo tengo que ser eterno, con la razón, sin la razón o contra la razón. Eso es todo. Y hay que considerar que yo soy español."


......


"La cuestión de la vida futura es para mí el problema único. No hay otro. Yo no concibo la supervivencia de la personalidad después de la muerte; no puedo comprenderla de ningún modo, pero la quiero. Es una supervivencia personal, concreta, material, si se quiere expresar así. Y no me consuelo con la deblacle de la vieja fe de la Edad Media."


........


"Hay dogmas que son sólo para la estética o para la lógica, para ultimar una construcción sistemática coherente. Y hay dogmas vitales. Un dogma vital es un dogma que hace vivir. Y para mí no hay más que un dogma vital, el dogma de la inmortalidad del alma, del cual se deriva el de la existencia de Dios. Dios es el garante de la finalidad humana del universo."

sábado, 9 de abril de 2011

DON JUAN EN DOS HERMANAS


 Parque de la Alquería

¿Desde cuándo no va uno por Dos Hermanas? ¿Hace cinco, ocho, diez años? ¿O quizás hace sólo unos meses? ¿No era ayer mismo cuando llegábamos en bicicleta hasta el Arenal, desde la vecina Alcalá de Guadaira? Ese paseo lento, demorado, por el parque de La Alquería, ¿no lo habremos dado esta mañana? Sí, todas las ciudades, estén donde estén, están en la memoria. Sin necesidad de trenes ni de aviones llegamos hasta ellas. A veces va uno hasta allí por gusto propio, tal vez por necesidad. Otras veces, es que alguien nos invita. Ahora ha llegado una carta desde Dos Hermanas, en la que un buen amigo me invita a colaborar en la Revista de Feria. Ah, las revistas de ferias. A uno le gustaría que lo invitasen a colaborar en el Times Literary Supplement, como poco, pero se tiene que conformar con que lo llamen de hojillas volanderas, de revistas de feria de los pueblos, de sitios donde no se sabe si transita algún lector, pero donde consta, al menos, que la tesorería es incontrovertiblemente inexistente. Bueno. Tampoco va a exigir uno que le paguen, como si fuese un fontanero o un ebanista. Hasta ahí podíamos llegar, hasta pretender codearnos con un ebanista o un eléctrico. Lo de uno es más arte que oficio, y el arte, ya se sabe, no sirve para nada. Tampoco la erudición.
Porque pensó uno, a poco de recibir la carta, en escribir un artículo que se titulase “Don Juan en Dos Hermanas”, una exégesis de ese conocido pasaje del Burlador de Sevilla en que Don Juan, camino de Lebrija, irrumpe en una boda aldeana, alzándose con el santo y la limosna y perpetrando uno más de sus engaños. Pero la erudición es seca y desabrida, y no tiene uno ánimos para habérselas con Don Juan, por lo menos con ese Don Juan de Tirso, que es el más descosido de todos, el más antipático.
De todos modos, pensó uno, voy a mantener el título. No por broma, por ilusión. A uno siempre le hizo ilusión escribir un artículo cuyo contenido nada tuviese que ver con el título. Rarezas. Caprichos. Pero, si no es en una revista de feria, ¿dónde se va a poder permitir uno un capricho?
No se sabe cómo sería la Dos Hermanas de Tirso, ni la de Fernán Caballero, ni la que entreve Juan Ramón cuando el tren se detiene camino de Cádiz, camino de Zenobia, al otro lado del Atlántico. No lo sabe uno, quiero decir. Seguramente no pasaría de ser una aldehuela, un caserío de tres o cuatro calles de casas humildes en medio del mar interminable de los campos. Recuerda uno imágenes de Dos Hermanas. La desaseada y triste de los años del desarrollismo, que crecía por acumulación, como una esponja suburbial ante la marea del éxodo rural. Y no deja de sorprenderse ante esta Dos Hermanas de hoy, cercana y lejana de Sevilla, con Universidad en su término, con estatua del Rey, con Alquería rescatada del olvido, y los fantasmas de don José de Lamarque y de doña Antonia Díaz paseándose al sol, al reducido sol, de los que saben, o atisban, quiénes fueron.
Ya que a uno no le llaman del Times Literary Suplement, es un poner, ni le encargan un reportaje sobre Nueva York o Venecia, otra suposición, bueno será dar un paseo por Dos Hermanas. Pero no. Tampoco. Se ha podido levantar uno, hace un buen rato, y acudir a los estantes, y desempolvar un ejemplar del Burlador de Sevilla, y no lo ha hecho. Tampoco ahora va a coger el tren y marcharse a Dos Hermanas.
Tampoco hay necesidad. Hay ciudades que son como un destino. Por las que no necesitamos pasear. Están dentro de nosotros, van con nosotros. Son algo así como nuestro paisaje interior, como nuestro decorado. El decorado de ese drama en tres jornadas que va siendo nuestra vida. El espacio de esa novela que vamos escribiendo con tiempo y sangre y con paciencia, con una infinita paciencia. No tiene Dos Hermanas grandes monumentos que describir. Mejor, así no incurre uno en el mal de la piedra. Pero no carece de historia ni de intrahistoria. No le faltan, incluso, bonitas y doradas leyendas, como esa que resume la rogativa del “Váleme, Señora”, de cuando los reyes eran santos, heroicos y sabios. Ni su poco de barniz literario, del fraile Tirso a don Alejandro Collantes de Terán,  lo que le otorga un brillo, una pátina quizás, de mueble antiguo, que no tienen otros pueblos.
¿Pasear por Dos Hermanas? No. Si acaso, lo haríamos si pudiéramos sobrevolarla al modo y manera del Diablo Cojuelo, levantando la tapa de las casas y enterándonos de sus secretos. Cuántas comedias, cuántas tragedias, cuántas novelas no estarán sucediendo ahora en este desparramado caserío. Nunca las conoceremos. O tal vez sí, quizás, quién sabe.
Don Juan, el antipático don Juan de Tirso, irrumpía, e interrumpía, una boda campesina y no se enteraba de nada. Nosotros nada queremos interrumpir y quisiéramos saberlo todo. Quisiéramos volver por Dos Hermanas, a los Jardines, al Palmarillo, a las calles de la Botica o de la Mina, y enterarnos de todo, saberlo todo, como quien escudriña su destino.
Sin pisar Dos Hermanas, ya nos tenemos que marchar. Sin pisar Dos Hermanas, la hemos visitado. Y marchándonos, nos quedamos. Siempre nos quedamos dentro de nosotros mismos. Como si un lugar, en vez de ser un lugar, fuese una costumbre. Y una cosa es cierta, en el Times Literary Suplement difícilmente le hubiesen encargado a uno un reportaje, un artículo, un poema, algo sobre Dos Hermanas. Ignorantes.

miércoles, 6 de abril de 2011

SOLDADO DE A PIE





El próximo viernes día 8, a las 20.30 horas tendré el honor de presentar la novela de mi amigo Pablo Zapata Lerga, titulada Soldado de a pie. Será en el aula "Luis Cernuda" de la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla.
 
"La Universidad de Sevilla, con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América, invita a hablar a Bernal Díaz del Castillo, quien en su ancianidad escribió "Historia verdadera de la conquista de Nueva España", cansado de que todo se fuera en honores para Cortés y se olvidaran de los que fueron soldados de a pie en aquella gesta.
Este venerable anciano, a través de unas conferencias en un lenguaje con aires del XVI y posteriores diálogos, hace una revisión histórica desde su punto de vista de humilde soldado defendiendo lo que él hizo, poniendo las cosas en su sitio y tratando de aclarar malentendidos y desenfoques de la época."


Ni que decir tiene que estáis todos invitados.